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Una exposición de dibujos muestra en Santander al Gargallo más libre y oculto

EFE

Pablo Gargallo fue un escultor revolucionario pero también un gran dibujante que se expresaba sobre el papel con absoluta libertad, una faceta desconocida del artista español que la Fundación Marcelino Botín muestra ahora en una exposición en Santander.

La mayor parte de los setenta dibujos que se exponen no habían visto la luz hasta ahora: son obras inéditas que se encontraban dispersas en museos, instituciones y colecciones particulares, entre ellas la de la propia familia del artista.

Con la apertura al público de "Pablo Gargallo (1881-1934). Dibujos" culmina un trabajo de investigación que su comisaria, María José Salazar, empezó hace tres años y que también se materializará en una publicación en la que, por primera vez, se analizan y recogen sus dibujos de una forma sistemática.

Para Salazar, la obra escultórica de Pablo Gargallo, que fue el primer artista que utilizó el metal en sus piezas, fue tan renovadora y revolucionaria que ha ocultado su producción como dibujante.

Sólo en contadas ocasiones se han mostrado sus dibujos y casi siempre junto a sus esculturas, como apoyo o complemento, salvo en la que exposición que le dedicó el Reina Sofía en 1988, de la que Salázar también fue comisaria.

"No entendía el dibujo como creación artística. Para él era el descanso, dibujaba por el placer de dibujar", ha subrayado durante la presentación de la exposición que hoy se inaugura.

Salazar ha catalogado más de cuatrocientas obras sobre papel de esta artista fundamental de las vanguardias de comienzos del siglo XX que dibujaba sobre cualquier papel que tuviera a mano.

Una carta, una comunicación de la comunidad o un escrito de la universidad le servían de soporte para sus dibujos, caracterizados por una libertad creadora y temática "muy rica".

En la exposición, ha explicado, están representados todos sus periodos creativos, desde su juventud a sus últimos años, aunque Salazar ha preferido mostrarlos por temas y no de forma cronológica, que es como aparecerán en el catálogo razonado que la Fundación Marcelino Botín publicará próximamente.

La obra más antigua está fechada en 1895, cuando el artista era un joven de catorce años, y la más moderna, en 1934, cuando falleció. En ese periodo hay, sin embargo, un vacío que va de 1913 a 1924, unos años de los que apenas se conservan dibujos.

El recorrido comienza con las obras de juventud y formación, donde conviven sus "apuntes de la calle", de fuerte influencia modernistas con dibujos más académicos.

Los dibujos relacionados con la escultura conforman otro de los grandes bloques temáticos, aunque, según ha advertido la comisaria Salazar, no se trata en ningún caso de bocetos definitivos.

En ellos aparece la mujer como tema, el mundo del circo y de la danza, desnudos masculinos y femeninos y sorprendentemente estudios para una escultura, "El Profeta", que no llegaría a crear hasta 29 años después.

La bailarina Teresina Boronet, que triunfó en el Liceo de Barcelona antes de conquistar París, le inspiró algunas de esas imágenes, dibujos en los que "una sola línea encierra todo el volumen del baile"..

Y además de sus dibujos pictóricos se muestran sus retratos y autorretratos. Según Salazar, es en ellos donde aparece la parte más íntima del arte de Gargallo, que supo transmitir muy bien el interior del personaje, su intimidad y su personalidad.

El artista captó a sus amigos, a sus familiares y con mucha frecuencia a sí mismo, hasta el punto de que, a juicio de Salazar, dejó trazado un verdadero recorrido autobiográfico que ahora se puede seguir en esta exposición.

La comisaria ha contado con la ayuda imprescindible de la familia de Gargallo, que le ha permitido "cotillear, rastrear y desordenar papeles".

Según su nieto, Jean Anguera Gargallo, que la ha acompañado en la presentación, el dibujo era el equivalente a la libertad para este artista, que nació en el mismo año que Picasso y quedó fascinado por lo que vio en el estudio del malagueño cuando lo visitó en París en 1903. Se detuvo ante "Las señoritas de Avignon" y supo que había comenzado una nueva época, ha apuntado Salazar.

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