Este artículo se publicó hace 17 años.
Tras exprimir a Chéjov, Veronese se zambulle en Ibsen y prepara una gira mundial
Tras exprimir a Chéjov, el director teatral argentino Daniel Veronese se va a zambullir en dos obras de Ibsen, "Casa de Muñecas" y "Hedda Gabler", en la búsqueda de una nueva creación para 2008, un año en el que su última pieza emprenderá una gira mundial, con escalas en España y México.
Se trata de "Espía a una mujer que se mata", una obra basada en "El Tío Vania" del clásico ruso Anton Chéjov que pudo verse en la última edición del Festival de Otoño de Madrid y que ahonda en los sueños rotos, el amor frustrado y las oportunidades desperdiciadas, precisó a Efe Veronese en una entrevista telefónica.
Esa pieza, que regresa a España en febrero y octubre, podrá verse también en 2008 en Japón, Rusia y Francia, además de en México, indicó hoy a Efe su productora Lola Graiño.
Veronese, que tiene actualmente sobre las tablas en el teatro Lliure de Barcelona la obra "Un hombre que se ahoga", su personal versión de "Tres hermanas" de Chéjov, está ahora en plena búsqueda de una obra que le "seduzca".
Tiene en cartera "La gaviota", también de Chéjov, que aborda la peripecia sentimental de dos actrices de teatro, una veterana y otra aspirante, y de dos dramaturgos, uno de éxito y otro bisoño; pero señala que no la abordará inmediatamente sino en unos dos años.
Su mirada creativa se ha girado ahora hacia Henrik Ibsen, el dramaturgo noruego que influyó decididamente en su coetáneo, aunque más joven, Chéjov, y en el teatro del siglo XX.
La idea incipiente de Veronese, amante de "lo intimo" y de "una forma pura" en el arte, es montar una obra que comience con "Casa de Muñecas" (1879) y evolucione hacia "Hedda Gabler" (1890).
De manera -explica- que Nora, la protagonista de "Casa de Muñecas", no dé el portazo final que la convirtió en su época en el personaje bandera del feminismo, sino que se quede con su marido, como Hedda, la aristocrática mujer fría y cobarde que no se atreve a romper con su estatus social para realizar sus sueños, una frustración que la lleva a destruir todo lo que hay a su alrededor, incluso a ella misma ya que no soporta ver a nadie feliz.
En ese proyecto, Veronese prevé trabajar casi todo el año próximo, ya que lo primero es encontrar esa "forma de arte pura" que tanto ambiciona y el "espíritu revolucionario" que le gusta insuflar a todas sus creaciones, para después seleccionar a los actores, pues "lo que sobran son buenos actores", subraya entre risas.
En ese punto Veronese lo tiene claro: Prefiere trabajar con un actor que se entregue y que explore nuevos caminos antes que con un actor consagrado que "sólo trabaje para sí mismo".
Esa desagradable experiencia la ha sufrido, según cuenta, unas tres veces en su vida y lo paso "mal", incapaz como es de trabajar con actores con los que no tiene empatía o no hay comunicación.
Como ejemplo de "experiencia maravillosa" que no va "olvidar nunca" pone su encuentro con Héctor Alterio, protagonista de su adaptación teatral de la novela de Ernesto Sábato, "El túnel".
Pese a que Alterio ya no tiene "nada que demostrar" se puso a las ordenes de Veronese abierto a cualquier petición, aunque antes no hubiese experimentado los registros que le solicitó para "El túnel".
Esa capacidad de amoldarse y experimentar de Alterio, Veronese la explica en que aún mantiene vivo su espíritu de niño, pese a sus "setenta años y pico", y en el "anhelo" en la búsqueda de la pureza.
"Es una excelente persona" y "está hecho de una madera noble", según este director teatral hijo y nieto de obreros que comenzó su vida profesional a los 13 o 14 años como carpintero.
De ahí cree que arranca su afición por perseguir la belleza: Primero empezó a hacer objetos que nadie compraba, luego fabricó marionetas y finalmente pasó a contar historias en el teatro.
Por eso cuando a sus 52 años echa la vista atrás Veronese dice que ve "una cierta lógica" en su trayectoria: Porque ¿para qué sirve el teatro si no es para generar belleza y crear algo que active los resortes del alma humana?, se interroga.
Y teatro hay muy bueno a ambos lados del Atlántico, aunque sí ha detectado bastante "avidez" en España y en otros países de Europa, como Francia y Alemania, por el teatro argentino, algo que explica por un deseo de "mostrar espectáculos distintos"·
Considera que una excelente puerta de entrada para esas obras son los festivales de teatro porque disponen de dinero del erario público para costear desplazamientos, alojamiento y dietas a compañías extranjeras en general y latinoamericanas en particular.
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