Este artículo se publicó hace 17 años.
La familia de "Mohamed el Egipcio" celebra su absolución y defiende su inocencia
La absolución de "Mohamed el Egipcio" en el juicio del 11-M en Madrid, fue recibida en todas partes como una auténtica sorpresa, menos en la pequeña aldea de Aziziya, donde su familia y sus amigos siempre han defendido su inocencia.
Rabei Osman el Sayed, "el Egipcio", fue uno de los 28 procesados por los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de cercanías de Madrid, donde el miércoles se anunció la sentencia sobre el caso y resultó ser uno de los siete absueltos.
Nadie quiere acordarse en Aziziya de que Rabei Osman el Sayed, "el Egipcio", está encarcelado en una prisión italiana por pertenencia a un grupo terrorista.
Todos celebran la sentencia como la prueba definitiva de que su hijo, hermano, tío, amigo, es inocente.
"Y esto es sólo el principio", dice a Efe, eufórico, Sayed Osman, el hermano mayor de Rabei y cabeza de familia desde la muerte de su padre.
"Ahora sólo falta que Italia también haga justicia y lo saquen de la cárcel para que pueda volver con nosotros y lo podamos casar cuanto antes", añade, en alusión a los ocho años de prisión a los que su hermano fue condenado por un tribunal de Milán.
La casa donde nació y creció Rabei Osman no difiere demasiado de cualquier hogar humilde del Delta del Nilo, donde la mayoría de sus habitantes se dedica al campo y mantiene unas arraigadas convicciones religiosas.
Antes de partir hacia Europa hace ocho años, Rabei, como todos le llaman aquí, era conductor de un microbús, al igual que su padre y dos de sus hermanos.
Un destino que, confían, es el que le espera cuando salga de la cárcel y regrese a Egipto.
"Queremos que vuelva aquí, recupere su trabajo como chófer, se case con una buena mujer y viva siempre entre nosotros", asegura Ahmed, el hermano pequeño, que no para de encender cigarrillos y de dar gracias a España "por haber sido justos".
Son horas de fiesta en Aziziya. Prácticamente toda la aldea ha desfilado por el hogar de los Osman para dejar algún regalo o compartir con ellos un té y unos dulces, nada de alcohol, por supuesto.
Ayer, justo en el momento en que el juez español Javier Gómez Bermúdez leía en Madrid la sentencia que absuelve a Rabei, todas las televisiones del pueblo sintonizaban con el canal de noticias "Al Yazira".
El estallido de alegría que se vivió entonces supone un duro contraste con la amargura de víctimas y familiares que en España esperaban otra resolución.
Sayed no olvida que el sufrimiento persiste y que muchas víctimas han visto cómo el autor intelectual del atentado, cargo que se imputaba a Rabei, sigue impune.
"Quiero decir a los españoles que les apoyamos y que compartimos su dolor, pero Rabei es inocente y deben buscar al culpable. Mi hermano es inocente de la sangre de vuestros hijos", dice con solemnidad.
Para los autores de la masacre, que en nombre del Islam causaron 191 muertes y 1.841 heridos, también tienen un mensaje: "¡Ellos no son musulmanes!", gritan prácticamente al unísono las decenas de personas que se amontonan en el diminuto salón de la casa.
Ajena al bullicio de esta habitación, la madre de la familia, Zeinab Wali, permanece en un segundo plano, digiriendo en solitario las noticias que llegan por la televisión sobre su hijo.
Todas sus palabras van dirigidas a dar gracias a Dios. Apenas puede articular nada más.
La última vez que la familia habló con Rabei, recuerda Sayed, fue hace tres meses, y, como en tantas otras ocasiones, él se dedicó a tranquilizarles y a convencerles de su inocencia.
Pero probablemente, no debió de hacer muchos esfuerzos para persuadir a su gente.
Nadie puede o quiere creer en Aziziya que Rabei, el chico tímido, diestro futbolista, "temeroso de todo" como le define un viejo amigo, sea un monstruo capaz de diseñar una masacre como el 11-M o de ser miembro de Al Qaeda, como sentenció la Justicia italiana.
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