Este artículo se publicó hace 15 años.
Una fecha imposible de asimilar todavía
Martin Amis recopila en 'El segundo avión' sus artículos y ensayos sobre las causas y consecuencias del 11-S
Martin Amis escribió en The Guardian su primer artículo sobre el 11 de septiembre de 2001 siete días después de los acontecimientos. Dejó pasar una semana "de increíble dolor" para analizar, por encima de nacionalismos, etnicismos y religiones, los hechos y entendió que sentía "aflicción por la especie y luego vergüenza por la especie y luego miedo por la especie".
Por entonces ya hablaba de los terroristas como seres sin interés por la vida y la muerte, y avisaba de la estupidez de un bombardeo sobre un pueblo ignorante y lisiado como Afganistán.
Seis años después, en el último artículo que cierra esta serie de ensayos, críticas y relatos que ahora se publica en España bajo el título El segundo avión (Anagrama), concluye con la confirmación de la herida abierta. "No pretendamos insinuar que la experiencia de este acontecimiento queda en nosotros como algo ya asimilado y archivado, son fricciones". Lejos de haberlo superado, el 11 de septiembre sigue, continúa aún, "con todo su misterio, su inestabilidad y su terrible dinamismo".
"No pretendamos insinuar que la experiencia de este acontecimiento ha quedado archivada"
A lo largo de todos estos años escribió sobre la aniquilación de la imaginación en la novela el día en que se redujo la distancia entre la realidad y el delirio; sobre la necesidad de una sociedad laica: "Si existiera Dios, y si le importara algo la humanidad, jamás nos habría dado la religión"; y la falta de un análisis acorde a los propósitos de los "campeones del Islam militante", porque hasta el momento seguimos tratando de interpretar el islamismo desde el punto de vista del raciocinio y éstos "odian la razón".
El islamismo lleva con nosotros casi un siglo, tras la fundación de los Hermanos Musulmanes en 1928, y todavía no hemos entendido, según Amis, lo que significa ser humillado. No sabemos lo que es sentirse humillado, no sólo por la historia (tras soportar varios siglos de dominación cristiana y por la derrota ante los judíos en 1948), sino también por su Dios: "Hijos de Israel..., temed Mi poder", dice el Corán que los judíos son más astutos y peligrosos, pero nunca más fuertes.
Contrario a la fe religiosa"Hoy no existen buenas excusas para la creencia religiosa en Occidente", dice Amis, "a menos que tengamos por buenas excusas la ignorancia, la reacción y el sentimentalismo". El ataque corrosivo del escritor inglés contra la fe religiosa es la constante de esta selección, que el propio autor reconoce haber compilado y retocado en algún caso, porque la tendencia firme que actúa en sus novelas y trabajos periodísticos es lo contrario a la fe religiosa, que "no es el laicismo o el humanismo", sino la "independencia mental".
El ataque corrosivo a la religión es aquí una constante
Contra los creyentes es agudo, dice que todas las religiones son violentas, como todas las ideologías, porque llevan la violencia en su seno y ello se debe a que cualquier sistema de creencias no puede defenderse sólo con la razón, necesita de la ilusión y cuando se les desafía "la respuesta de los creyentes es hormonal".
Los últimos días de Mohamed Atta es un estupendo artículo publicado en The New Yorker, en abril de 2006. Quizá sea una de las propuestas literarias en las que mejor se mueve Amis, allá donde la ficción mancha y enriquece el rigor con la realidad de este autor. En esas páginas se pregunta cuál fue el escenario del despertar de Atta a las 4 de la madrugada, en Portland, antes de coger el avión que estrellaría contra la primera de las torres.
Amis dice que no sabe qué sentir, pero critica el arma del poder neoconservador
En este relato el autor se cuela en la habitación del hotel barato en el que pasa la noche y en la colcha de nailon pesada como un chaleco de plomo bajo la que duerme, y en sus intestinos taponados e hinchados desde hace meses, y en su mueca rígida inalterable, "porque no había nada que le hiciera gracia", y en cómo se alegró de no caer sobre los tejados de Manhattan, "incluso sintió amor" por aquella ciudad.
Martin Amis reconoce que todavía no sabe qué pensar ni qué sentir, pero entra en el corazón del fanatismo entusiasta, de la crisis y el desencanto con toda la imaginación, para criticar el arma de poder que se han construido los neoconservadores a base de amenaza, muerte y violencia.
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