Este artículo se publicó hace 17 años.
Finlandia afronta la matanza entre la conmoción y la incredulidad
Finlandia, el país con el sistema educativo más prestigioso del mundo, afronta con una mezcla de conmoción e incredulidad la masacre perpetrada ayer por un estudiante de bachillerato, que se saldó con la muerte de ocho personas y el suicidio del propio asesino.
La sociedad finlandesa intenta explicarse cómo es posible que un joven aparentemente normal fuera capaz de cometer una matanza tan fríamente planeada sin que nadie intuyese siquiera sus intenciones, a pesar de haberlas anunciado la víspera en internet.
"No es posible que esto esté pasando en Finlandia", fue lo primero que pensó un periodista del diario "Helsingin Sanomat" al presenciar las escenas de pánico de los estudiantes del instituto donde se produjo el crimen, según explicó él mismo.
Como él, la mayoría de los finlandeses no acaban de creer que la matanza se haya producido en su país, y no en Estados Unidos, donde este tipo de crímenes son, por desgracia, relativamente frecuentes.
El asesino, cuya identidad ya ha sido confirmada por la policía finlandesa como Pekka-Eric Auvinen, se inspiró precisamente en las masacres de estudiantes cometidas en Estados Unidos en los últimos años.
En uno de los vídeos que colgó en el portal YouTube, Auvinen mostraba imágenes de los dos jóvenes encapuchados que asesinaron a quince estudiantes en la escuela superior de Columbine, en Colorado, en abril de 1999.
El vídeo con el que Auvinen anunció su crimen la víspera de cometerlo, titulado "Masacre en el instituto Jokela - 7.11.2007", guarda además una siniestra similitud con las imágenes del estudiante surcoreano Cho Seung Hui, quien mató a 32 personas en la Universidad Politécnica de Virginia (EEUU) hace siete meses.
Tanto Auvinen como Cho se mostraban a sí mismos apuntando a la cámara con una pistola, y la foto está tomada exactamente desde el mismo ángulo, con la boca del cañón en primer plano ocultando parcialmente su rostro.
Según sus compañeros de instituto, Pekka-Eric Auvinen era un joven de 18 años aparentemente normal.
Sin embargo, más tarde se demostró que en realidad era un chico que tomaba antidepresivos para tratar sus problemas psiquiátricos.
Y a pesar de que la matanza sorprendió a todo el mundo, hubo alguien que de algún modo previó lo que podía pasar, aunque no le dio mayor importancia.
El moderador de YouTube colocó un comentario propio en internet, junto a los vídeos del pistolero finlandés, que ahora resulta especialmente siniestro: "60 miligramos al día evitan las masacres en las escuelas", en referencia a la dosis de antidepresivos que consumía el asesino.
De hecho, en uno de los vídeos que colgó en YouTube, Auvinen afirmaba que sólo le quedaban dos opciones: seguir tomando pastillas o utilizar su arma, a la que incluso bautizó como "Catherine".
Según sus profesores, el chico tenía una inteligencia superior a la media, y en palabras de un antiguo compañero, sufrió en ocasiones acoso escolar por parte de algunos estudiantes.
Probablemente esta combinación de factores fue lo que le llevó a cometer una matanza contra lo que él mismo denominó "vergüenzas de la raza humana".
El tiroteo de Tuusula ha servido además para abrir un debate en Finlandia en torno al control policial sobre las armas de fuego.
En Finlandia hay 1,6 millones de armas de fuego para una población de 5,2 millones de habitantes, lo que lo convierte en el tercer país con mayor número de armas per cápita.
El comisario jefe de la policía de Helsinki Jan-Olof Nyholm confirmó a Efe que el asesino compró legalmente la pistola utilizada en la masacre, una Sig Sauer Mosquito calibre .22.
Este portavoz policial señaló además que el joven consiguió su permiso de armas el 19 de octubre pasado y que pertenecía a un club de tiro.
"No es nada fácil conseguir legalmente un arma de fuego en Finlandia", aseguró Nyholm, y añadió que el 60 por ciento de las armas que hay en el país son escopetas o rifles de caza, una práctica que cuenta con muchos aficionados en este país nórdico.
Para Nyholm, la tragedia del instituto no guarda relación con el control policial sobre las armas, ya que, según explicó, "en la gran mayoría de los crímenes que se cometen en Finlandia no se utilizan armas de fuego".
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