Este artículo se publicó hace 13 años.
El fotógrafo Manu Brabo no se arrepiente de nada y dice que estaba viviendo el sueño de su vida
El fotógrafo español Manu Brabo, detenido durante un mes y medio en Libia por la Policía de Muamar el Gadafi, ha asegurado hoy que no se arrepiente haber viajado al país norteafricano y ha dicho que cuando le arrestaron "estaba viviendo el sueño de mi vida y haciendo mi trabajo todo lo bien que he sabido".
Brabo ha llegado al aeropuerto de Barajas este mediodía desde Túnez, acompañado del embajador de España en ese país, Antonio Cosano, y, aunque ha dicho que no sabe si volverá a Libia, "porque si me pillan una segunda vez no sé si me voy a salvar", ha reconocido que le da envidia ver el trabajo que están realizando sus compañeros en Misrata.
Ante más de un centenar de periodistas, el fotoperiodista asturiano ha relatado su cautiverio junto a su madre, Victoria Brabo, y a su padre, Manuel Varela, que con voz entrecortada y lágrimas en los ojos agradecía la labor del Ministerio de Asuntos Exteriores por "haber mantenido la esperanza viva estos días".
También agradecían el "apoyo y respeto" de la prensa y de los amigos, y Manu Brabo ha confesado, también sin poder contener la emoción, "estar flipado" al ver en Internet la campaña puesta en marcha para su liberación.
Ha dicho que nunca perdió la esperanza "porque si no acabarías siendo un andrajo en una celda" y ha reconocido que cuando se viaja a países en conflicto se sabe que hay peligro, pero "siempre se piensa que le va a tocar a otros".
Brabo fue detenido el pasado 4 de abril en la carretera entre Brega y Ajdabiya, en la zona oriental de Libia cuando cubría el frente de combate.
"La cagamos un día pisándolo igual un poco más de lo que lo teníamos que pisar", ha recordado el fotógrafo, que relataba que estaba en primera línea cuando hubo un ataque del ejército de Gadafi y los rebeldes huyeron y "nos dejaron allí".
"Nos acercamos a la carretera y comenzaron a disparar sobre nosotros. Nos pillaron y, como en una película, se bajan del coche, te fríen a culatazos, te suben a un pick-up, te llevan a una casa, de allí a otro sitio y te someten a un primer interrogatorio con los ojos vendados".
Así comenzó, según Brabo, un periplo en celdas de aislamiento, en prisiones con otros reclusos, a los que también agradeció su comportamiento "porque han sido la leche" y en villas, mientras se sucedían "unos juicios en los que se repetían las mismas preguntas, las mismas acusaciones y nunca había veredicto".
Finalmente, fue el pasado martes cuando a Brabo y a otros tres periodistas capturados por el régimen -los reporteros estadounidenses James Foley y Clare Morgana Gilles y el británico Nigel Chandler- les juzgó un tribunal administrativo de Trípoli que les condenó a un año de prisión sin cumplimiento y a una multa de 200 dinares libios (154 dólares) a cada uno por entrada ilegal en el país.
"Tras ese juicio, en el que el fiscal que nos había interrogado en otras ocasiones se puso en cinco minutos la toga e hizo de juez", según Manu Brabo, "se nos declaró inocentes".
También se ha referido al fotógrafo sudafricano desaparecido en Libia el pasado mes de abril, Anton Hammerl, cuya muerte ha sido hoy confirmada por su familia.
El asturiano ha dicho desconocer que pasó con él, pero ha recordado que cuando subió al furgón militar le vio muy pálido y con sangre en el intestino.
Manu Brabo tiene previsto "tratar de hacer vida normal" con familia y amigos en los próximos días, además de descansar en su Asturias natal, después de "tomar unas cervezas en Madrid".
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