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Los frikis de la economía reivindican su lado más social

Más de 2.000 personas asisten en Salamanca al Social Science Festival, unas macrojornadas que tratan de rehabilitar a los economistas de su papel frente a la crisis.

BELÉN CARREÑO

Social. El apellido olvidado de la más denostada de las ciencias, la económica, se recobra con brío estos días en Salamanca. Bajo el título '¿Sirven para algo las ciencias sociales?' y el sugerente acrónimo S3F (Social Science Festival), los frikis de la economía —de los enseñan en el iPhone estadísticas y modelos paramétricos— se reúnen para debatir lo último en corrientes académicas. Decenas de prestigiosos economistas, dos premios Nobel (un tercero se ha caído en el último momento del programa) y varios candidatos debatirán hasta el domingo el controvertido papel de su gremio antes, durante y después de la recesión. Los más de 2.000 inscritos en las jornadas demuestran que la economía está de moda. Y los organizadores, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), se han decidido a demostrar que se acabó la aproximación matemática que los teóricos hicieron de la economía la década pasada, y que en gran parte han llevado a no sólo no predecir, sino hinchar, la actual recesión.

Las aulas magnas de los vetustos edificios universitarios salmantinos se llenan en cada sesión para escuchar las diferentes corrientes económicas que estos días chocan en plena Plaza Mayor. El jueves, calentó motores el Nobel Eric Maskin, con un contundente alegato en contra de las políticas de austeridad impuestas en la zona del euro. Hoy le tocó el turno a los economistas más partidarios del mercado —no exactamente con la misma aproximación ideológica que en España siguen los conservadores— que pusieron en valor los recortes como una vía para la eficiencia, como la historiadora económica Deirdre McClosky. La estadounidense recordó que la actual recesión 'no será la última crisis del capitalismo' y trató de recuperar el componente emocional como clave para la recuperación económica. 'Hay que devolver el optimismo', recetó a la vez que pidió la creación de una nueva corriente de estudio que denominó Humanomics, donde se intente entender la economía bajo el prisma de la motivación de los seres humanos.

Además, la jornada giró alrededor de la necesidad de incentivar la innovación, como elemento fundamental para el crecimiento. La regulación financiera también estuvo en el meollo del debate. Así se discutió el último trabajo del Nobel de Economía Douglas North, que no pudo asistir en persona al acto, en el que aboga por un marco de regulación dinámico que cambie constantemente, lo que algunos entienden como más intervencionista.

Hablarán del controvertido papel de su gremio antes, durante y después de la recesión

Las charlas y mesas redondas de lo que a priori se entiende como economía, se entremezclan, y desafortunadamente solapan, con clases magistrales de otras ciencias sociales que los economistas tratan de rescatar del cajón. Mediante la neurociencia, la sociología, la politología y la historia se trata de explicar a los asistentes —que también hacen el papel de sufridores por las apreturas que tienen que pasar y las altas temperaturas dentro de las salas— que la economía puede llegar a ser una disciplina integral mucho más cercana al ser humano que lo que cada día nos trasmiten los desalmados mercados.

El economista y escritor Eduardo Punset fue la estrella indiscutible de la programación del viernes, y llegó a congregar a más de 1.300 estudiantes para escuchar una charla sobre la presentación de su último libro. Además, y en un novedoso formato, también se han organizado charlas nocturnas alrededor de una copa —probablemente algún elaborado gintonic, cuya moda también ha calado entre el mundo académico— en uno de los bares más tradicionales de Salamanca: el Camelot. 

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