Este artículo se publicó hace 15 años.
El gas de la esperanza
Los cartuchos de butano permiten al montañero derretir nieve para hidratarse.
Un helicóptero Lama del Ejército pakistaní recoge a Novellón y Zangrilli en el campo base del Latok II.
Los helicópteros pakistaníes circundan la mole helada y abrupta del Latok II. El ruido del rotor de sus hélices se cuela por las afiladas crestas de la montaña y rebotan por todos los rincones del Karakórum. Esos vuelos son inútiles para el rescate, pero se ejecutan para que su zumbido atronador anime a Óscar Pérez a pensar que le van a rescatar. Si es que sigue vivo.
La contrarreloj para su rescate ya ha comenzado. Él debe seguir tumbado en una angosta repisa, malherido, a 6.300 metros en la vertiente norte. Nadie sabe su estado desde que Álvaro Novellón, su compañero de cordada, le dejó allí para pedir auxilio. Van a subir a por él todo lo rápido que puedan. La lealtad es el primer mandamiento del montañero. Es un hoy por ti, mañana por mí. La situación es extrema. Un desafío contra las leyes de la naturaleza al estar atrapado tanto tiempo en altura. Siete días van ya desde que cayera por la arista noreste del del Latok II y se fracturara la pierna y la muñeca.
Los helicópteros vuelan cerca para que sepa que se ha iniciado el rescate
"Estamos seguros de que nos está esperando", dice Sebastián Álvaro. La épica se inmiscuye en la contrarreloj que han comenzado si examinamos los víveres que le dejó Novellón: 3 barritas energéticas, 2 sacos de dormir y 1 infiernillo con dos cartuchos de gas.
"Más que comer, lo vital es que se hidrate, que no se le agoten los cartuchos. De hecho preferimos no pensar en esto y ser positivos. Lo que interesa es recuperar a Óscar cuanto antes", afirma Alfonso Uriel, desde el centro de operaciones del Peña Guara.
Esos dos cartuchos de gas que tiene Óscar en su poder son su enganche a la vida. Los cartuchos están compuestos de una mezcla de butano y propano (ideal para la alta montaña) y son sustento vital. Con ellos derrite la nieve para hidratarse. Pero aunque los haya dosificado al máximo, ya deben estar al límite de capacidad. La movilidad limitada por las fracturas sufridas puede afectar gravemente su circulación sanguínea.
«Más que comer, lo vital es que Óscar beba» dicen los especialistas
48 horas de tensión
Ayer, tres escaladores expertos, Jordi Corominas, Jonathan Larrañaga y Fabricio Zangrilli (acompañados de cuatro porteadores de altura) empezaron a subir por el glaciar de Biafo que tiene una pendiente de 50 grados y que desemboca en un collado, a 5.800 metros, que es el lugar elegido por el equipo para que el helicóptero recupere a Óscar una vez desplazado hasta allí por sus rescatadores.
El resto del equipo, con Álvaro Novellón, Daniel Ascaso, Jordi Tosas, Simón Elías, Ramón Portilla, Alvaro Corrochano y otros dos alpinistas americanos, llegarán hoy por la mañana al nuevo campo base y estarán en condiciones de sustituir por turnos a los que hayan ido subiendo e instalando la ruta de ascenso y descenso.
"Ahora se ha iniciado ya la cuenta atrás. Queremos creer en la esperanza de llegar a Óscar a tiempo", dice Sebastián Álvaro. La idea es que en poco más de 36 horas tengan contacto visual con el montañero. A partir de ahí comenzará otra odisea: recuperarle. Una tarea en la que se han fijado otros dos días, si todo va bien, y las hélices de ese helicóptero, que aletea sigue alimentando la fe de Óscar de pisar Huesca, su tierra.
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