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Los gendarmes contradicen la versión de "Susper" sobre los disparos al agente

EFE

El gendarme francés Gérard Larroudé, víctima de los disparos del etarra Juan Ibón Fernández Iradi el 28 de noviembre de 2001, contradijo hoy la versión que el activista ha dado acerca del tiroteo.

Ambos fueron los protagonistas de la segunda jornada del juicio que se celebra en el Tribunal Especial de lo Criminal de París, ya que dieron su versión de un suceso que se convirtió entonces en un salto cualitativo en las acciones de militantes de ETA en Francia.

Los hechos ocurrieron cuando una pareja de gendarmes procedieron a identificar a dos hombres que estaban en la entrada de un camino de tierra en las cercanías de Lucq de Bearn (sur).

Por la mañana, "Susper" justificó sus disparos contra Larroudé con el argumento de que sintió "pánico" por la situación y por la actitud del agente: "Me puso nervioso. Su reacción era imprevisible. Tuve miedo y sólo quería escapar. No reflexioné".

Fernández Iradi dijo al tribunal que el gendarme Larroudé estaba tenso y que le temblaba la mano mientras tocaba la cartuchera de su pistola reglamentaria y le pedía la documentación.

Mientras uno de los agentes se retiró a su coche patrulla para hacer verificaciones, el otro registró uno de los dos vehículos de los etarras, donde encontró una bolsa riñonera con un arma, gesto que desencadenó los disparos de "Susper", ocho de los cuales impactaron en el gendarme.

Éste negó que estuviera nervioso, aseguró que toda la operación de control se desarrolló en calma por ambas partes y admitió que cuando se vio encañonado intentó aproximarse al otro etarra, Antonio Agustín Figal Arranz, para protegerse por su cuerpo, pero que no le dio tiempo.

Los etarras aseguraron que Larroudé llegó incluso a tirar al suelo a Arranz, gesto que también negó en su comparecencia el otro gendarme presente en el lugar, Fréderic Moussy.

Moussy dijo que hubo dos series de disparos, separadas por unos diez segundos, mientras que "Susper" aseguró que disparó varias veces, pero qué no podía recordar cuántas ni con que separación de tiempo.

El que fue jefe del aparato militar de ETA en los meses previos a su segunda detención, en diciembre de 2003, hizo hincapié en que en ningún caso quería matar e incluso apuntó que cuando el gendarme estaba en el suelo podía haberle rematado y optó por escapar, que era su único objetivo.

También hubo una discrepancia en el hecho de que, según "Susper", conminó al agente a tirarse al suelo mientras le encañonaba, mientras que Larroudé lo negó y dijo que los disparos fueron inmediatos en cuanto le vio con la riñonera.

El gendarme tiroteado contó que la agresión le ha cambiado la vida -"ya no soy la misma persona"-, ya que sufre secuelas en forma de dolores en varias partes del cuerpo y en el trabajo se siente "frustrado" porque se ha visto relegado a tareas administrativas al estar imposibilitado físicamente para hacer trabajo en la calle.

Incluso llegó a quitarse la camisa en la sala para mostrar a los siete magistrados del Tribunal y a los abogados las cicatrices de varias heridas en su tórax, espalda y brazo.

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