Este artículo se publicó hace 16 años.
El Getafe despilfarra una gran renta
El Villarreal logra igualar un partido que perdía 0-3 desde el minuto 30
Lo que parecía insalvable, se salvó. El Villarreal rescató un punto cuando se desangraba por una calamitosa primera parte. O bien: el Getafe no supo rematar su gran faena inicial. Ambos se repartieron la careta de tonto: primero, en poder del Villarreal; luego, del Getafe. Increíble noche en El Madrigal, donde ambos equipos intercambiaron buenas rachas de juego y despropósitos por igual.
Salieron con mucho ritmo ambos equipos, pero el que dio primero fue el Getafe. Granero metió un balón por la escuadra, tras parar con el pecho un balón caído dentro del área. El Villarreal pagaba cierta indolencia, lo que le condenaba a tener que remontar. Godín remató al travesaño poco después. Nada, un amago. La cuesta arriba se empinó sobremanera cuando Gavilán enganchó un disparo con la izquierda a centro de Contra. Dos remates, dos goles.
Los de Pellegrini mostraban la misma fragilidad que ante el Valladolid, en su anterior derrota casera. La pegada, habitualmente del lado amarillo, era del contrario. Mala señal para un equipo que sigue la estela del Barça. Y peor señal la facilidad con la que el Getafe llegaba al área de Diego López. El pasillo en el centro del campo lo aprovechaban Casquero, Granero y Gavilán. Senna y Eguren parecían llevar botas de cemento, mientras la defensa mostraba una vulnerabilidad impropia del segundo clasificado.
El baile de los azulones era de discoteca, con los castellonenses siguiendo impotentes los movimientos del rival. Tuya, mía, tuya, mía, y Casquero que puso el tercero. En media hora un 0-3 desalentador. Para colmo de males, Javi Venta era retirado en camilla con el tobillo tan hinchado como el resultado. Y el Getafe, a lo suyo: moviendo el balón con la solvencia del equipo con hechuras que ya dio buena medida ante Barça y Madrid.
Pellegrini se fue a los vestuarios como cuchillo afilado. Sin duda, salió otro Villarreal. Más enérgico, menos indolente, más enchufado a su condición de gallito. En una jugada muy confusa, con disparos y rebotes, Pires fue quien finalmente empujó el balón que devolvía a la grada cierta esperanza.
Eran minutos de marea amarilla. El público rugía con cada acción, como cuando Altidore cayó dentro del área. Después arreciaron las protestas cuando el árbitro apercibió a Pellegrini, muy excitado por tanta electricidad ambiental. Y eléctrico siguió el juego. Enseguida, Albin, ante Diego López, desperdició la ocasión de ampliar la ventaja. Era el peligro natural que corría el Villarreal
Los minutos, en cualquier caso, pasaban lentamente para unos y rápido, muy rápido, para otros. Cuando Casquero disparó mediada esta mitad fuera por poco, la presión de los amarillos ya no era tanta. Pero insistían, menos revolucionados, pero insistían.
Entonces salió Nihat. El tiempo para mucho. O eso parecía. Eguren levantó los ánimos cuando acortó distancias. Y a rebufo de esa voluntad, Rossi remachó lo que parecía imposible. Y la sorpresa pudo ser mayor si Rossi hubiera acertado, al filo del tiempo, con un balón que se fue muy ajustado al poste. Víctor Muñoz ponía cara de bajar en picado por una montaña rusa. Los de Pellegrini habían obrado el milagro.
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