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Si la "Gioconda" no hubiera estado en París, no tendría tanto renombre, según Sassoon

EFE

El historiador británico Donald Sassoon ha señalado que un factor clave de la popularidad del cuadro de la "Gioconda", de Leonardo da Vinci, es que siempre ha estado en París y en el Louvre, porque "si se hubiera conservado en Bulgaria o Polonia, no habría alcanzado tanto renombre".

En una entrevista concedida a EFE con motivo de la publicación de su libro "Mona Lisa" (Editorial Crítica), Sassoon ha apuntado que estar en París ha sido fundamental en la fortuna del cuadro y en su popularidad, pues la capital francesa era en el siglo XIX "el centro artístico de Europa, adonde todos acudían para ver a los artistas".

La "fama" de Leonardo, ya reconocido como "un genio del Renacimiento", fue acrecentándose a lo largo del siglo XIX hasta superar a Miguel Ángel y Rafael porque De Vinci "era percibido como capaz de combinar arte con ciencia, algo del gusto decimonónico con una sociedad en plena modernización".

También era del gusto de los románticos ese aire de "femme fatale" que tenía Mona Lisa, de "mujer misteriosa, castradora, que llevaría a los hombres a la perdición y la ruina".

Son los mismos escritores románticos franceses, recuerda Sassoon, los que inventan "el misterio de la sonrisa", pues "hasta 1850 la sonrisa no era misteriosa, sino una apenas perceptible sonrisa irónica atribuida a que la estaban entreteniendo mientras posaba".

En resumen: "pasa de ser una ama de casa contenta a una mujer castradora", una imagen que también se exporta con éxito a la intelectualidad británica.

El último eslabón que le quedaba a "Gioconda" para convertirse en "un mito global" a través de los incipientes medios de comunicación de masas -los periódicos con tiradas de hasta un millón de ejemplares- llegó en agosto de 1911, cuando un trabajador del Louvre robó el cuadro aprovechando el descanso semanal del museo, los lunes.

Aquel robo, desbaratado al cabo de tres años, cuando el trabajador intentó vender el lienzo a un museo italiano, mantuvo a Mona Lisa en las primeras páginas de los tabloides y la convirtió en "la pintura más conocida de Europa".

Otros acontecimientos que han contribuido en el último siglo a que el famoso cuadro de Leonardo se haya mantenido en esa privilegiada posición hasta hoy son que "Duchamp representó a Mona Lisa con un mostacho para reirse de la alta cultura o la gira que hizo el cuadro por EEUU en los años 60 impulsado por el gobierno francés de De Gaulle como si se tratara de una visita de Estado".

En aquel viaje, la pintura fue recibida por John F. Kennedy en Washington y, sobre todo, por su esposa Jacqueline. El broche final, añade Sassoon, llegó con "el uso continuado de Mona Lisa para todo tipo de publicidad".

Una encuesta recogida por Sassoon en su libro constata que "el 85% de los italianos considera a la Mona Lisa como el cuadro más importante, seguido a mucha distancia por "Los girasoles", de Van Gogh o "Las Meninas", de Velázquez".

Según Sassoon, "no hay otro equivalente a la Mona Lisa en las otras artes, pues ni siquiera en la música habría unanimidad si lo mejor es la 'Quinta' de Beethoven, una pieza de Bach, de Mozart o de Vivaldi".

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