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El Gobierno opta por la antítesis del dimitido Bermejo

El nuevo ministro de Justicia fraguó su perfil dialogante durante la negociación del Estatut

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

Francisco Caamaño llega al Gobierno con un perfil sin aristas, de momento, y con galones de buen negociador ganados durante la tramitación parlamentaria del Estatut.

Como secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Caamaño ha engrasado buenas relaciones con el Ejecutivo disfruta de la confianza plena de la vicepresidenta De la Vega, con el portavoz socialista, José Antonio Alonso, y con el PSOE mantiene una relación privilegiada con el número dos socialista, José Blanco. El cuarto pilar que sostiene su actual estado de gracia es el del propio Zapatero, que lo ha elegido para encarar la primera remodelación de su segunda legislatura.

¿Cuál es el secreto? 'Tiene una fortísima vocación de entendimiento', destaca a Público uno de los responsables del Grupo Socialista en el Congreso. Le define como 'un gran componedor', alguien que, en el curso de una negociación, 'es capaz de situarse en el punto de vista del otro hasta encontrar coincidencias'. Eso hizo durante la tortuosa negociación del Estatut, cuando el texto aprobado por el Parlamento catalán llegó a las Cortes en 2005 para ser ajustado. Fue 'un recorrido rompepiernas', recordaba el propio Caamaño poco después. 'Hubo días en los que parecía imposible'.

Al final se consiguió y Caamaño se caló el casco azul de hombre de paz en la bancada socialista.

Las formas le dibujan con un perfil diametralmente opuesto al del dimisionario Bermejo. 'Nunca lo he visto enfadado', destacan en el entorno inmediato de la vicepresidenta De la Vega, que ha 'cedido' su fichaje a Rodríguez Zapatero. Ese carácter será necesario para encarar el primer reto del nuevo ministro de Justicia: restañar las relaciones entre el Gobierno y un colectivo de jueces que acaba de celebrar la primera huelga de su historia. Fuentes del Ejecutivo consultadas por Público consideran que el 'talante y la creatividad' de Caamaño son las dos herramientas necesarias para enderezar unas relaciones ahora descompuestas.

Las buenas relaciones del nuevo ministro de Justicia con los responsables del PSOE en el Congreso y con el Ejecutivo se completan con la interlocución fluida que mantiene con el número dos del PSOE, José Blanco, gallego como él. Desde la dirección socialista aplauden la 'capacidad de tender puentes' de Caamaño. Su designación, en la recta final de la doble campaña vasca y gallega, 'no complica' el horizonte electoral del PSOE, según destacó ayer a este diario un destacado dirigente socialista, 'en todo caso aseguró si afecta, será para bien'.

Competencia y afabilidad son los adjetivos adornan, según el Partido Socialista, a este coruñés de 46 años a quien no se le conoce afición por la caza y que en su tiempo libre disfruta de la vela. Mantiene atracado un barco en el puerto de Corcubión (A Coruña).

Formado como profesor universitario y especialista en Derecho Constitucional, Caamaño ha sido desde el año 2004 la correa de transmisión entre el Gobierno y el Parlamento. Deja un hueco que podría cubrir, según barajan en Moncloa, el director general de Relaciones con las Cortes, José Luis de Francisco.

Antes de tomar posesión, Caamaño, más amigo hasta ahora de la discreción que de los micrófonos, anunció que se propone 'dar continuidad a muchos proyectos' iniciados por Bermejo, a quien despidió como 'un gran ministro'.

Hoy le cederá su cartera con el aplauso generalizado del colectivo judicial. Las asociaciones de jueces dieron ayer un 'voto de confianza' al nuevo ministro. Su órgano de gobierno, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cree que con Caamaño se abre un 'camino de esperanza' para afrontar los problemas existentes en la Justicia, según señaló a Efe uno de sus vocales, para quien 'la única nota discordante en el conflicto era Fernández Bermejo'.

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