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El Gobierno paquistaní defiende la democracia como "la única opción viable"

EFE

El primer ministro de Pakistán, Yusuf Razá Guilani, hizo hoy una encendida defensa de la democracia como "la única opción viable" para el país y descartó necesitar ayuda extranjera para poner fin a la tensión con el Ejército.

En un comunicado, Guilani, del gobernante Partido Popular de Pakistán (PPP), admitió que "las democracias son ruidosas, reflejan luchas por el poder y subrayan los conflictos internos".

"El pueblo de Pakistán ha aprendido ahora una lección de nuestra propia historia: que la democracia no es fácil pero es la única opción viable", declaró.

Hoy mismo un socio de la coalición de Gobierno paquistaní presentó en el Parlamento, con un lenguaje similar, una moción de apoyo a las instituciones democráticas que aún debe someterse al voto de la cámara baja.

Las declaraciones de Guilani y la iniciativa parlamentaria llegan tras una semana de desencuentros entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, que han ejercido el poder en Pakistán durante algo más de la mitad de su historia.

La oficina de Guilani desmintió hoy de hecho una información publicada por una agencia de noticias extranjera según la cual el gobernante llamó la semana pasada al embajador británico en Islamabad para pedir ayuda ante un hipotético golpe militar.

"El Gobierno democrático dirigido por el primer ministro recibe su fortaleza del pueblo de Pakistán y no de ninguna potencia extranjera", se indica en un comunicado oficial.

El asunto no es baladí pues el origen del enfrentamiento actual entre las cúpulas civil y militar no es otro que el bautizado como "memogate", un caso iniciado en torno a una petición similar.

El "memogate" es un supuesto documento secreto que el Gobierno hizo llegar a EEUU para que interviniera en caso de un golpe militar tras la operación unilateral de fuerzas estadounidenses que mató al líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, en mayo pasado en la ciudad paquistaní de Abottabad.

El escándalo ya ha desembocado en la destitución de un confidente del presidente paquistaní, Asif Alí Zardari y supuesto mediador en la comunicación, el exembajador en Washington Husain Haqqani, pese a que el Gobierno niega que tal documento exista.

El Ejército, que ve en la petición secreta una afrenta, sí le da veracidad y así se lo ha hecho saber al Tribunal Supremo, que investiga el caso.

La respuesta a la corte del jefe de las Fuerzas Armadas, Ashfaq Pervez Kiyani, fue tachada por el primer ministro de "ilegal" por no haber pasado por el filtro del Ejecutivo, a cuyas órdenes deben estar supeditados, sobre el papel, todos los brazos militares.

El poder castrense contraatacó con un comunicado en el que advirtió de las "graves consecuencias" para el país que podrían acarrear las declaraciones de Guilani.

El ruido de sables ha crecido en Islamabad a medida que políticos y militares se han tirado en público varios dardos con motivo del "memogate".

Guilani incluso destituyó el pasado miércoles al secretario de Defensa y 'número dos" del Ministerio, Naím Khalid Lodhi, un general retirado cercano a la cúpula militar.

Una reunión de la plana mayor del Ejército y el viaje a Dubái del presidente Zardari hicieron crecer las suspicacias en la prensa acerca de la deriva de los acontecimientos.

Zardari abandonó ayer, jueves, Pakistán para acudir a una boda en Dubái pero volvió hoy mismo a primera hora de la mañana, según confirmó a Efe su portavoz, Farhatulá Babar.

El viudo de la ex primera ministra Benazir Bhutto ya había pasado dos semanas en el emirato árabe el pasado mes de diciembre tras sufrir un aparente infarto.

Los círculos diplomáticos en Islamabad ya especularon entonces con la posibilidad de que el presidente estuviera buscando exilio ante la supuesta inminencia de un golpe de Estado.

El presidente regresó y el panorama político sigue agitado, pero el Gobierno insiste en que quiere completar la legislatura, que termina a principios de 2013.

Analistas y fuentes diplomáticas consultadas por Efe coinciden en que el adelanto electoral es la vía más previsible para que se desactive la tensión entre el Gobierno y el Ejército.

Por Agus Morales

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