Este artículo se publicó hace 16 años.
El gol menos soñado por Villa
El sporting, visitante: El Guaje se cruza por primera vez con su equipo del alma
"Menos mal que he cambiado de número...". El Valencia recibe al Sporting y el móvil de Villa no para de sonar. La mayoría de las llamadas procede de Asturias. Unas para picarle, casi todas para suplicar clemencia. Para el Guaje es un día especial, la primera vez que se enfrenta al equipo de su corazón, que tendrá enfrente la camiseta que él mismo sudó lleno de sueños en Mareo y en El Molinón. Villa es cauto. No le promete a los suyos no marcar. Simplemente, garantiza que no habrá celebraciones.
Villa se sabe protagonista. Sus compañeros también se lo recuerdan. Mata, de pasado oviedista, le tira a dar con sus bromas. Villa le recomienda que no se confíe. "Cuidado, el Sporting está siendo muy valiente fuera de casa", dice. "A mí me gusta esa manera tan ofensiva de jugar".
Contra los suspicaces, Villa afirma tajante: "Hay que dejar las cosas claras. El día es especial para mí. Es un orgullo comprobar que el Sporting ha regresado al lugar de donde nunca tenía que haber salido. Pero mi escudo es el del Valencia y lo dejaré todo en el campo para ganar el partido".
Mel, el padre de Villa, lo pasará mal. Está nervioso: "Son muchos recuerdos. Me vienen los momentos duros en el filial, el debut en el primer equipo. Cuando se fue...". El delantero abandonó el Sporting en el verano de 2003, se fue por cuatro millones de euros al Zaragoza. No lo pasará mejor Quini, el delegado del Sporting, el hombre que más influyó en la carrera del Guaje.
"Estuvo muy encima", recuerda Villa con la piel de gallina. "Me daba consejos, me decía cómo tenía que aprovechar mi oportunidad. Le vi hace poco, en un aeropuerto. Quini es el Sporting y es algo muy importante para mí".
Como alguna vez dijeron sin conseguirlo Luis Enrique, Juanele o Felipe, Villa sueña con volver a vestir alguna vez la camiseta del equipo que hoy tendrá enfrente: "Me quedan muchos años de contrato, pero me gustaría. Noto como si me faltara algo".
El matiz sentimental del partido no pesará más finalmente que el aritmético. Y el Valencia no está para melancolías. Está metido de lleno en la batalla por la cabeza y no puede entretenerse en asuntos laterales. Está obligado a ganar. Y esa necesidad es la que motiva a los asturianos, que han despejado los fantasmas del inicio de curso y se sienten capaces de poder con cualquiera. Sobre todo, se animan a intentarlo. Aunque con respeto: "Ahora toca preocuparse del Guaje y de los que no son tan guajes", dice Preciado.
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