Este artículo se publicó hace 15 años.
El gótico que odiaba el fútbol y otros cuentos del clásico
El Barça-Madrid no dura sólo 90 minutos: comenzó el lunes pasado y así se vive en la calle
Escapar a la onda expansiva del clásico Barça-Madrid es imposible, salvo que tengas una cresta roja y regentes una tienda gótica en el barrio madrileño de Chueca. "¿El clásico? Para mí un clásico es Pío Baroja", responde Jorge Larreina detrás del mostrador de Rara Avis. Estamos a miércoles y no tiene ni idea de que el domingo se disputa un partido que, en teoría, paralizará España. Ahora ya sabemos que será "casi toda" España. "En mi vida he oído una conversación sobre fútbol en esta tienda", sentencia Larreina.
Sin embargo, no conviene subestimar el clásico. A pocos metros de Rara Avis está Ecox, "una peluquería sostenible, donde intentamos proteger el medio ambiente en todo lo que nos es posible", presume la gerente. Se intuye que Ecox es uno de los pocos lugares donde un aficionado al fútbol puede ser identificado con un freak. Incluso dejando caer el tema como si nada, sin decantarse a favor o en contra, desde la más pura asepsia, uno no puede evitar sentir pudor. "Y este fin de semana, el clásico...". Inesperadamente, el peluquero coge el guante y, como si acabara de desayunarse el Marca, suelta: "Sí, a ver qué pasa con Ibrahimovic y Messi. No sé si se recuperarán a tiempo". Gonzalo Merino, que parecía que podría saber de futbolistas, pero nunca de fútbol, se reconoce atlético y confiesa jugar a la quiniela cada semana: "Con mi compañero de piso, llenamos todas las columnas".
Si el lugar más alejado del clásico se encuentra en una tienda de discos y ropa gótica, el más cercano está dentro de un taxi. Lunes pasado: trifulca radiofónica en antena. ¿Otro lunes negro para Rajoy? ¿Quizás un atentado? Minucias: tres comentaristas discuten acalorados en Radio Marca si Messi superará su lesión. "¡Pero si no tienen ni idea!", brama de repente el taxista; "¿Acaso son médicos? Pero si saben lo mismo que yo... Lo único que hacen es cacarear para llenar el tiempo". De nada sirve sugerir la posibilidad de cambiar de emisora. "¡Bah! Para lo que hay que oír en las otras", contesta.
Para que luego digan que vivimos incomunicados. Súbanse a un taxi y suelten la palabra mágica. No rebusquen, hay muchas: Champions, esférico, Iniesta, césped... La charla está asegurada. "Yo quiero que pierda el Madrid", dice el rojiblanco Alfredo López mientras conduce frente al Bernabéu. Y confiesa: "Si es que ser del Atleti es muy complicado. Como madrileño, no te hace ninguna gracia ir con el Barça. Pero lo peor es que ni siquiera somos el principal rival del Madrid. Cuando el Barça juega contra el Atleti, los merengues quieren que ganemos nosotros".
Enmarañadas disquisiciones existenciales las de Alfredo. Iker Casillas, tras el entrenamiento bajo la lluvia del jueves en Valdebebas, no se complicaba tanto la vida. "El domingo vamos a jugar a ganar", soltó el portero, como si tal cosa. Sin embargo, en la calle se respira poca fe en el Madrid. Hasta un jardinero de la Ciudad Deportiva merengue duda de las posibilidades de su equipo: "Yo le doy un 1-1, pero no pongas mi nombre, no me vayan a despedir". Trato hecho.
Tráfico de susurrosEn Valdebebas impera la ley del silencio. Los empleados del club (desde la seguridad a las señoras de la limpieza) tienen prohibido hablar con la prensa. Fútbol es fútbol, como diría Boskov. "Yo creo que va a ganar el Barça. No será un desparrame como el 2-6, pero ganará fácil", susurra el técnico de mantenimiento de la máquina de café tras recargar el termo.
En ese momento se acerca el cámara sueco Martin Fuxin y pulsa el botón de café con leche extra de azúcar. Martin, enviado de la TV4 para cubrir la semana del clásico, es de los pocos afortunados que ha visto los dos últimos partidos de ambos equipos: el del Inter en el Camp Nou el martes y el del Zúrich en el Bernabéu el miércoles. ¿Qué ha visto? "Los dos equipos están muy bien, va a ser un partido duro", dice él.
En el campo, el Madrid se entrena bajo la lluvia. Raúl corre en solitario, silencioso. Fue una estrella. Mañana tiene serias opciones de calentar banquillo. Los hombres pasan, el fútbol se queda.
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