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Los grandes países liman diferencias en vísperas del G-20

EEUU y China acercan posiciones. Brasil también envía mensajes conciliadores ante la guerra de divisas. Alemania sigue en sus trece

F. SAIZ / B. CARREÑO

Las principales potencias económicas mundiales intentaron ayer apaciguar los ánimos ante la decisiva cumbre del G-20 que se inicia el jueves en Seúl (Corea del Sur). Tanto EEUU como China, los principales países involucrados en la llamada guerra de divisas, abandonaron el fuego cruzado de las declaraciones de la semana pasada y rebajaron el tono de sus reclamaciones.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geith-ner, dijo en Kioto (Japón) que los objetivos cuantitativos para limitar los desequilibrios en las balanzas corrientes de los principales países 'no son fáciles de conseguir', y restó importancia al establecimiento de topes rígidos en el superávit o en el déficit de cada país. El propio Geithner había lanzado hace dos semanas una propuesta, duramente contestada por Alemania, Japón y China, para fijar un máximo del 4% del PIB en los desequilibrios de las balanzas corrientes.

El presidente del Banco Mundial propone volver al patrón oro

Más sorprendente todavía es el cambio de registro de las autoridades chinas. Si el viceministro de Exteriores Cui criticó la semana pasada la decisión de la Reserva Federal (el banco central de EEUU) de inyectar 600.000 millones de dólares para comprar deuda, ayer el viceministro de Finanzas, Wang Yun, expresó su convicción de que la medida 'contribuirá tremendamente' al crecimiento de la economía mundial.

En el clima de conciliación previo a la cumbre participaron también el todavía presidente brasileño, Luis Inázio Lula da Silva, y el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet. Lula apremió a que del G-20 salga un compromiso para frenar la guerra de divisas, mientras Trichet dijo expresar el consenso de los gobernadores de los bancos centrales al asegurar que no hay maniobras deliberadas para alterar las cotizaciones de las divisas.

En línea con estos movimientos de aproximación, fuentes de la delegación española que viaja esta semana a Seúl dijeron que esperan que el conflicto de las divisas se resuelva 'de forma pacífica'.

Trichet dice que ningún país altera deliberadamente su tipo de cambio

Sin embargo, no todos los países llegan a la cumbre con un pulso negociador más moderado. Alemania, en especial, sigue en sus trece. Tras la reprimenda del ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, a la Reserva Federal por inyectar dinero en los mercados financieros, ayer fue el presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, habitual altavoz de las políticas germanas, el que criticó la decisión de la Reserva Federal, acusándola de contribuir con las mismas herramientas que China a una guerra de divisas, informa Daniel Basteiro desde Bruselas. Según Juncker, EEUU 'se erige en crítico severo de la política monetaria china, mientras que, por otras vías, hace exactamente la misma política'.

Juncker advirtió del riesgo inflacionista de las medidas, que según él no tendrán efecto en la economía real. 'No creo que las empresas estadounidenses vayan a invertir más ni que los consumidores estadounidenses vayan a consumir más', lamentó.

La preocupación alemana por la depreciación del dólar y la consecuente apreciación del euro se explica por el elevado protagonismo de su sector exterior en la recuperación de la economía. Ayer, nuevos datos ilustraron esta importancia. El comercio exterior de Alemania en septiembre tuvo un superávit de 16.800 millones de euros, el doble que en agosto y un 40% más de lo esperado.

En medio de estas maniobras de cara a la cumbre de Seúl, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, lanzó ayer una propuesta, recibida con escepticismo por algunos economistas, para recuperar el oro como referencia en el mercado internacional de divisas. Zoellick planteó en el diario británico Financial Times un nuevo sistema monetario, que incluiría el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan, y en el que el valor del oro serviría de ancla para estabilizar los movimientos entre las divisas. El patrón oro ya fue utilizado, en dos modelos distintos, entre 1945 y 1971. El Premio Nobel de Economía Paul Krugman descalificó ayer la propuesta por entender que conduciría al sistema económico mundial hacia una 'corrosiva deflación'.

Estos movimientos y propuestas fueron acogidos con cierta indiferencia por el mercado de divisas, aunque por segunda sesión consecutiva el euro se depreció contra el dólar (un 0,71%, hasta 1,393 dólares), interrumpiendo su tendencia alcista de la última semana.

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