Los líderes de los principales partidos políticos griegos se enfrentaban ayer a un enemigo de papel. Un documento de 15 páginas pactado por el primer ministro, Lukas Papadimos, con la troika (BCE, CE y FMI), que contiene el enésimo ajuste al que se quiere obligar al país y a su población a cambio de ponerle otra bolsa de suero, otra entrega de su eterno y cada vez más insuficiente rescate para que pueda seguir devolviendo lo que debe.
La crucial reunión, tras ocho horas de negociaciones, se dio por finalizada sin alcanzar el consenso. Según el comunicado de la oficina del primer ministro, 'tras examinar en profundidad el contenido del nuevo programa económico', se logró 'un amplio acuerdo en todos los puntos del citado programa salvo en uno, que requerirá su reelaboración tras ser negociado con la troika'. Ese punto, según indicaron varias televisiones griegas, es la nueva reducción de cerca de un 15% de las pensiones.
La carrera griega contra el tiempo para evitar su quiebra ha encallado en uno de los enésimos ajustes, de 3.000 millones de euros, que se le han pedido en los últimos dos años y que afecta duramente, de nuevo, al gasto social. La oficina de Papadimos no ha dudado en señalar en su propio comunicado quién puede ser el principal freno del acuerdo. En este mundo al revés en que se ha convertido Europa con la crisis, quien 'expresa serias dudas' de que se pueda llegar a un entendimiento con la troika es 'Yorgos Karatzaferis, presidente del Laos' de extrema derecha. Según algunos medios, Karatzaferis llegó a abandonar la mesa de negociación.
Sí que se llegó a un acuerdo, en cambio, sobre las demás medidas, que incluyen cuestiones tan polémicas como la reducción de los salarios y la abolición de los convenios colectivos. El salario mínimo será reducido en un 22%, hasta dejarlo en 585 euros brutos (unos 480 euros mensuales netos). Para los menores de 25 años, la rebaja será aún mayor, del 32%.
El ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, voló esta mañana hacia Bruselas para participar en la reunión del Eurogrupo, prevista para las 18 horas, a la espera de que en Atenas se termine de llegar a un acuerdo sobre ese punto de conflicto. 'Voy a Bruselas con la esperanza de que se celebre el encuentro conel Eurogrupo y se tome una decisión postiva sobre nuestro programa. La supervivencia del país en los próximos años depende de ello. Es el momento de que todo el mundo asuma su responsabilidad', dijo.
'La supervivencia del país en los próximos años depende del nuevo programa', dijo Venizelos Según los medios locales, es probable que Papadimos convoque de nuevo a los líderes de los partidos políticos durante esta mañana para llevar a Bruselas con un consenso definitivo. Aunque de momento todo hay un poco de confusión en torno al cierre del acuerdo.
La agencia Reuters, citando a un funcionario griego en condiciones de anonimato, aseguró esta mañana que Atenas ha obtenido otros 15 días de plazo para conseguir los 300 millones de euros que corresponderían al recorte de las pensiones. El Gobierno griego, sin embargo, no ha confirmado esta información.
El encuentro de los líderes griegos se inició a primera hora de la tarde de ayer en un clima en el que líderes europeos, agencias de rating y bancos habían empezado a tratar como posible y además asumible la salida de Grecia del euro. Sin embargo, la convocatoria del Eurogrupo para hoy por parte de su presidente, Jean-Claude Juncker, llevaba a pensar que finalmente habría acuerdo.
Europa y el FMI quieren que el país reduzca 1,5 puntos su déficit este año
El portavoz de Economía de la Comisión Europea, Amadeo Altafaj, ya había enviado un mensaje por la mañana para relajar la tensión generada el día anterior por la comisaria de Telecomunicaciones, Neelie Kroes, cuando esta habló de la posibilidad de la salida griega del área de la moneda única. Altafaj recordó que 'la pelota está en el tejado de las autoridades griegas' pero mostró su confianza en que, de la reunión, saliesen 'resultados positivos'. Porque la otra opción se llama quiebra. Llegaría el 20 de marzo, cuando Grecia debe afrontar el pago de 14.400 millones de euros de deuda que le vence y que no podrá asumir si no le han ingresado parte de los 130.000 millones (ampliables a 145.000) del segundo rescate.
Para lograrlos, el exprimer ministro, Yorgos Papandreu, líder del partido socialista Pasok; el dirigente de Nueva Democracia, Antoni Samaras, y el del ultraconservador Laos, Yorgos Karatzaferis, tienen que rubricar un documento que recibieron ayer por la mañana, tan recién salido del horno que provocó un conato de conflicto por las diferencias entre la versión en inglés y la griega.
En él, se incluye un recorte del salario mínimo del 22%, la eliminación de suplementos en las pensiones superiores a 1.200 euros, la supresión de entes públicos, la reducción de 150.000 puestos de trabajo del sector público de los que 15.000 deben ser eliminados este año, un plan de recapitalización de la banca griega y una rebaja de tres puntos (del 20% al 17%) en las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social, según las citadas fuentes.
Si no se incluyen los intereses de la deuda, Grecia redujo su déficit al 4,61%
Nuevas y drásticas medidas para que reduzca en otros 1,5 puntos su déficit público un país que, generando una riqueza al año (PIB) de unos 220.000 millones de euros (la quinta parte de España), ha sido capaz de reducir su desequilibrio anual en 15.000 millones de euros entre el que arrojó en 2008 (cuando alcanzó un déficit del 14,94% respecto al PIB) y la última estimación de 2011 (9,1%). Es más, el déficit del pasado ejercicio se queda en el 4,61% si no se incluye el pago de intereses a la banca, disparados desde el fallido primer plan de rescate en el que, más que rescatar, se pretendió castigar a Grecia por sus excesos.
Y mientras en Grecia apura el tiempo para aprobar el ajuste exigido y esquivar la quiebra, los ojos de los inversores miraban ya ayer hacia Fráncfort, donde hoy el Consejo de Gobierno del BCE tendrá como plato principal discutir si se suma a la reestructuración de la deuda griega, que el país heleno negocia con la banca privada.
El BCE, que ha comprado en el mercado secundario y aceptado bonos griegos como garantía para dar liquidez a los bancos, tiene en su poder unos 50.000 millones en bonos, lo que lo convierte en unos de los principales acreedores del país. La deuda griega, debido a los intereses exigidos, se ha situado ya en el equivalente al 159% del PIB. Según informó ayer The Wall Street Journal, el BCE habría aceptado cambiar sus bonos griegos, adquiridos al 70% de su valor nominal, por otros a más largo plazo y con un interés inferior. No está claro que acepte una reducción del nominal.
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