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El Guadiana abre los ojos

Las lluvias devuelven a La Mancha el verde oasis de Las Tablas de Daimiel.

MIRIAM QUEROL

Sólo se necesita silencio y lluvia. Como mucho, unos prismáticos, para presenciar un espejismo que no se esfuma al alcanzarlo, al menos durante los próximos meses: el de la explosión de vida en el humedal de Las Tablas de Daimiel, que después de las abundantes precipitaciones de este año han resurgido en el paisaje manchego como un oasis verde en medio del campo dorado.

Allí sólo se oye el ruido orquestado por cientos de aves acuáticas que vuelven a bañarse en sus aguas tras unos años de trágica sequía. Las pasarelas y miradores que penetran en el interior del parque a lo largo de las 1.700 hectáreas de terreno encharcado permiten a los turistas la contemplación -generalmente absortos- de un curioso estado natural, el de la quietud entre el constante revolotear y chapotear de un sinfín de aves incansables. Los plumajes de patos cuchara, somormujos, garzas, fochas y cigüeñelas llenan de colores este Parque Nacional, declarado Reserva de la Biosfera, que esconde otras especies extrañas, como el morito, la escasa cerceta pardilla o la fugaz águila pescadora.

Existen tres recorridos, cortos y sencillos, señalizados con balizas rojas, azules y amarillas que recorren la Isla del Pan, la Laguna Permanente y la Torre de Prado Ancha. Se pueden realizar de manera individual o contratando una visita guiada. También existe la posibilidad de solicitar una excursión en 4x4, que abarca unos 12 kilómetros de parque y se adentra en zonas imposibles de recorrer a pie.

La opción más intensa -y, dadas las altas temperaturas veraniegas, la más sensata-, es organizar la visita a la hora del amanecer. Con las primeras ráfagas de luz del día la naturaleza parece que se acaba de inventar. Y quizá es el momento en el que mejor se aprecia la fragilidad del entorno, último representante del ecosistema denominado tablas fluviales, que se forma por el desbordamiento natural de los ríos Guadiana y Gigüela. No había vivido un momento de plenitud como el de hoy desde el año 2006. Pero la historia de su amenaza se remonta a la década de los 70, cuando el desarrollismo impulsó la transformación de los cultivos de secano en regadío, recibiendo agua de los ríos. Hoy, los planes de regeneración del parque y el sistema hídrico mantiene enfrentados a ecologistas, políticos y agricultores, que no encuentran una solución que respete la economía y la naturaleza de la zona.

Mientras el debate continúa sobre la mesa y la lluvia da una tregua, los científicos han comenzado a estudiar, por primera vez, las bacterias del parque, dictaminando que se trata de un paraíso de la diversidad, con cientos de cadenas de ADN que no tienen similitud entre sí. El reto es mantener el humedal no sólo para el deleite y la investigación, sino para la conservación y recuperación de una valiosa vegetación de plantas acuáticas, como la masiega o los limonios.

Si el espejismo permanece, el calendario de espectáculos naturales de las Tablas promete una actividad intensa. A partir de noviembre, las grullas que emigran desde el norte de Europa cruzan el horizante al atardecer y rompen el silencio del cielo con su estruendosa llamada.


https://reddeparquesnacionales.mma.es/parques/daimiel/index.htm

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