Este artículo se publicó hace 13 años.
"Hasta los 11 años, mi padre era, oficialmente, contable de una empresa"
Matemático. El rector de la Universidad Complutense, reivindica la participación sociopolítica de los hombres de ciencias
La legalización del Partido Comunista de España (PCE) no fue la única regularización que la familia Carrillo Menéndez vivió durante una Semana Santa. En otras jornadas de descanso en la misma época, los hijos del que fuera secretario general del PCE, Santiago Carrillo, descubrieron que su padre no era quien parecía ser. "Fuimos de vacaciones a la Unión Soviética y visitamos un campamento de pioneros. Allí presentaron a mi padre como secretario general. Cuando volvimos ya nunca más nos apellidamos Giscard", recuerda el rector de la Universidad Complutense de Madrid, José Carrillo (París 1957).
"Hasta los 11 años, mi padre, oficialmente, era contable de una empresa. Mis dos hermanos y yo no sabíamos cuál era, pero le hacían viajar mucho", recuerda con simpatía. A aquel joven francés que quería ser piloto, cautivado por Yuri Gagarin, no le pilló tan de sorpresa el descubrimiento de la verdad de su padre. "Por mi casa pasaban líderes comunistas franceses que eran conocidos, y un año antes abrí un libro en mi casa de Artur London, que estuvo en las Brigadas internacionales y era muy amigo de mi familia, y aparecía una foto de mi padre que ponía: "Entonces secretario general de las JSU, ahora del PCE". Lo cerré y no dije nada a mis padres ni a mis hermanos", explica.
José Carrillo reconoce que no ha tenido "vocación de carrera política", aunque siempre ha militado en la izquierda. "Me afilié a las Juventudes Comunistas en 1968", reivindica como científico. "En este Gobierno no hay gente de ciencias dedicada a la política. Bueno sólo Afredo [Pérez Rubalcaba], que es profesor nuestro. El resto provienen del Derecho u otras carreras. En otros países, la ciencia está mucho más valorada. Aquí nadie reconocería que no ha leído El Quijote, pero nadie se avergüenza de no saber hacer una división", explica.
"Mis hermanos y yo fuimos cómplices de mis padres. No hubo crisis adolescente"
Se toma su elección como rector desde el compromiso con la universidad donde ha ocupado cargos académicos desde hace 35 años. "Cuando me jubile quiero hacer lo que no he podido hacer en esos años, y sobre todo quiero ver crecer a mi hija. Ahora tiene 12 años y si soy elegido otra vez rector dentro de cuatro años, terminaré el mandato cuando ella tenga 20. Me habré perdido mucho", lamenta.
La mirada en la educación de su hija quizá esté influenciada por la peculiaridad de su biografía: "Nunca tuve la crisis de la adolescencia. Nosotros (sobre sus hermanos) fuimos cómplices de mis padres y eso nos llevó a no necesitar enfrentarnos a ellos para reafirmarnos". Advierte que pocas veces discute de política con su padre. "Coincidimos bastante, pero es que suele tener razón. El tuvo la visión que yo no tuve. Y con su experiencia, al cabo de un mes, le suelo dar la razón", admite.
"En España nadie se avergüenza de no saber hacer una división"
En otras vacaciones de Semana Santa, las de 1976, la familia Carrillo se trasladó al completo a Madrid. Pero en el mismo periodo, un año antes, José hizo un viaje en coche con su madre para conocer España. "El primer choque apreciable con Francia era el nivel de los coches. Viajamos en un Peugeot doscientosalgo, que era lo que nos podíamos permitir porque era el que usaba mi padre en París, pero se notaba que los coches en Francia eran más modernos. Después recuerdo un camión de mercancías que ponía José Carrillo. A mi padre, cuando viajaba con la peluca, también le sorprendía ver esos camiones, pero es normal, es una empresa muy potente de transporte de Moratalaz", rescata José de su memoria.
Pese a la dureza de la vida de su padre, el rector encuentra siempre anécdotas divertidas de la convivencia con un histórico líder político. "Cuando volvimos de aquel viaje a España hicimos una limpieza general en el coche y al desmontar los asientos traseros aparecieron folletos del partido. Fue una imprudencia absoluta cruzar la frontera así. Por fortuna, no pasó nada", recuerda aliviado.
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