Público
Público

Los héroes anónimos que han devuelto la vida a Haití

Los jóvenes se organizan para ayudar en las obras de rescate y ayuda

DANIEL LOZANO

Haití vivió ayer su segundo día de duelo nacional recordando a sus muertos y rogando por sus vivos. El pueblo más pobre de América celebra su supervivencia ante la mayor catástrofe natural de los últimos siglos en la isla. Una hecatombe que ha sacado a la luz miles de historias que rebosan dolor, pero que también esconde a cientos de héroes anónimos que aquel 12 de enero, y durante todo el mes, han salvado a Haití.

Como Marie Angie Mondesir, bombera de 26 años, pequeña, fibrosa, capaz de destacar en una brigada de hombretones que los primeros días combatió, con sólo 20 efectivos, los incendios que se multiplicaban por toda la capital. Marie es ejemplo de esa legión de mujeres haitianas fuertes e independientes. Se limpia el sudor tiznado de su cara e ilumina su sonrisa, apurando los segundos antes de robarle la foto. 'Aquel día, el 12, corríamos de un lado a otro. Ayudábamos a los atrapados, apagábamos los incendios, atendíamos a los heridos. No había agua, era un milagro cada logro que conseguíamos. Es imposible enumerar cuánta gente salvó su vida gracias a nosotros. Qué más da. Siguen vivos. Ese es nuestro trabajo'.

La bombera Marie Angie Mondesir no sabe cuántas vidas ha salvado

Trabajando sin descanso, los bomberos han combatido los incendios que a diario se reproducen en Puerto Príncipe, sobre todo en el antiguo centro comercial. El de esta noche devora los restos del Gran Mercado junto a la Grand Rue. 'La gente sigue robando todo lo que encuentra en los edificios y después los prende fuego', sostiene la bombera. Algunos de estos incendios también son provocados por los propios vecinos, que prenden fuego a las ruinas para quemar los cadáveres que esconden sus entrañas.

Daniel Douyon es otro de los héroes anónimos nacidos, y muertos, tras el terremoto salvaje. Daniel y sus compañeros de la Federación Nacional de Jóvenes por el Desarrollo (FNJD) se lanzaron a la calle desde su sede de Petionville, formando un equipo de rescate que devolvió la vida a decenas de personas. En el supermercado Caribbean Market, que fue la tumba para cientos de haitianos, salvaron a los más afortunados. En otra vivienda cercana, Daniel saltó entre los escombros. Apareció de repente con un niño entre los brazos, pero el suelo cedía en cada salto. El joven logró empujar al niño en dirección a la vida, pero a él se lo tragó la tierra.

Liderados por Ernest Louis, que más parece un gigante que un presidente para FNJD, las brigadas de cientos de jóvenes voluntarios se han organizado y hoy asisten a 70.000 desplazados en una treintena de campos. 'Haití tiene un gran problema de liderazgo. No puedo decir nada bueno del Gobierno, no controla nada, no hace nada. En cambio, las ONG confían en nosotros. Necesitamos agua, comida, tiendas, baños y medicinas para nuestra gente', sentenciaLouis, vestido con una bata verde de enfermero, rodeado de su grupo de choque más cercano. Llevan ordenadores con wifi, listados de enfermos, contactos con organizaciones internacionales, tienen un perfil en Facebook (Fnjd Nyfd) para canalizar ayudas y peticiones.... Se mueven con una celeridad que abruma. Parecen de otro mundo. Juventud haitiana llena de fuerza y dispuesta a salvar a su país.

'La gente sigue robando en los edificios y después los prende fuego'

Los chicos de Atongroe Grigoy también luchan por los demás. Pero no tienen nada. Miento. Rebosan dignidad. Son 20 jóvenes que viven juntos, sin padres, en el campo de Delmas 2 y pertenecen a la organización Dame mi respeto. Me rodean. No sonríen. Tienen esa mirada que impone la vida dura. No disponen ni de agua ni de comida, sobreviven comiendo galletas.

Pero ahí están, luchando por todo su campamento, gritando su solidaridad sin dejar de mirar con esos ojos que parecen vacíos pero no lo están. 'El día 12 nos rescatamos los unos a los otros. Muchos no pudieron sobrevivir. Después buscamos a nuestras familias, pero no las encontramos. Y ahora nos seguimos ayudando', relata Grigoy.

La lista de los héroes anónimos de Haití merecería un periódico entero. En ella no faltará nunca Pierre Bailly. Las filas de niños hambrientos no se acaban frente a sus restaurantes, que llevan un mes dando de comer a 1.000 personas cada día. ¿Por qué? 'El terremoto respetó a mi familia. Y tenemos buenas condiciones económicas. Tocaba ayudar a mi pueblo', explica Bailly.

Y Melisa Padberd, que también merece su espacio. La dueña del Hotel Villa Creole acogió a centenares de heridos durante los primeros días del terremoto. En los barrios cercanos corrió la voz de que dos médicos y una enfermera ayudaban allí a las víctimas. Y se acercaron para quedarse. Cientos de heridos, miles de lamentos.

En una imagen sacada de Lo que el viento se llevó, Melisa rompió sus sábanas para convertirlas en vendas para su pueblo. Y su pueblo ya no la olvida. Ni a ella ni a todos los demás héroes anónimos de esta tragedia.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias