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Héroes sin bíceps

Los actores de acción de los ochenta resucitan sin pegar golpes 

ANDRÉS PÉREZ

La sorpresa en la sala oscura del MK2 del noreste de París es mayúscula. Repleta de forofos del cine de acción y musculitos, fanáticos de Jean-Claude Van Damme en su mayoría, la proyección arranca sin sorpresas: ¡Yaaagg!, ¡Huuuuuu!, ¡Aaahhh!, ¡Boom!. Porrazos y mucha sangre. Cuatro minutos de plano secuencia después, el registro cambia radicalmente. Contra todo pronóstico, JCVD (todavía sin estrenar en España), nueva película de Van Damme, es un soberbio drama sobre el miedo de todo ser humano a ser ignorado.

El joven cineasta Mabrouk el Mechri es el director de JCVD, siglas de Jean-Claude Van Damme. Unas siglas que, desde hace dos décadas, representan dos cosas en el mucho del cine. Por un lado, el actor belga era uno de los máximos representantes del cine de acción para obsesos del gimnasio y los anabolizantes, junto a otros titanes como Steven Seagal, Vin Diesel, Silvester Stallone o Arnold Schwarzenegger. Por otro, Van Damme era el símbolo de las peores derivas que se atribuyen a ese subgénero: interpretaciones grotescas, indigencia narrativa, machismo de baja estofa, etc. Toda la cinefilia parisina se choteaba del actor belga en cuanto tenía ocasión.

La crisis de mediana edad

Y cuando el protagonista de Soldado universal cayó efectivamente en los excesos de la droga, cuando derivó hacia la marginalidad y cuando tuvo que empezar a trabajar por cuatro duros en películas que se estrenaban directamente en DVD, una carcajada estruendosa sonó de París a Nueva York, de Londres a Sidney, en las metrópolis más sofisticadas del planeta.

Jean-Claude Van Damme desapareció del mapa. Entonces, en plena crisisde los 40, apareció en su vida Mabrouk el Mechri, cineasta surgido de la cantera auspiciada por Mathieu Kassowitz, director de El odio (1995). A pesar de estar dando sus primeros pasos en el mundo del cine, Mabrouk el Mechri había demostrado su inteligencia narrativa en suprimer largo, Virgile (2004).

La producción de JCVD reunió a los dos hombres. Al principio, estuvimos tanteándonos durante mucho tiempo. Jean-Claude desconfiaba, temía que yo fuera otro de los muchos que querían reírse de él, explica El Mechri a Público, en una terraza del Pigalle parisino.

Finalmente aceptó participar en la película. JCVD cuenta en forma de parábola la vida, los secretos y la inmensa falta de cariño del actor belga. Van Damme se interpreta a sí mismo, al Jean-Claude real, inmerso en juicioscon su ex mujer, ignorado por su hija, sin un duro, abandonado por los productores. Un Van Damme que, no obstante, se ve implicado en el secuestro con rehenes de una oficina de correos...

¿¡Yaaagg!, ¡Huuuuuu!, ¡Aaahhh! y ¡Boom!? Pues no. En la vida real, frente a los atracadores, cansado, harto de la vida, el experto en artes marciales no se atreverá a mover un dedo. Sólo tendrá energías para dejarse pegar y cagarse de miedo cuando le apuntan con una pipa en la cara. Jean-Claude acabará incluso psicoanalizándose, al borde del llanto, en un enigmático y larguísimo plano secuencia que es el exacto contrapunto del plano secuencia de acción inicial .

El misterio está ahí. Jean-Claude Van Damne es un actor que está naciendo a los cuarenta y tantos tacos. Naciendo. Sólo un poco prometedor, gracias a Mabrouk El Mechri. De momento, Van Damme ha logrado interpretarse a sí mismo. Nos ha contado que los bíceps que tanto impresionaron en las pantallas de las barriadas de Madrid, Barcelona o Manila son, en realidad, los que se trabajó un adolescente belga que, como era pequeñajo y tenía miedo, se volvió ultracachas a golpe de gimnasio y de democratización de las pastillas de proteínas, como dice Mabrouk El Mechri.

Exactamente el mismo recorrido que hicieron los bíceps de Mike Tyson, como el propio boxeador revela en Tyson (James Toback, 2008), proyectada hace unas semanas en el Festival de Cannes. Aviso a los partidarios de moldear sus cuerpos en el gimnasio: es hora de abandonar la batalla. Hagan como Jean-Claude, Mike y otros héroes de la acción directa. Confiésese. Entérese de quién es usted. Enfréntese a sus miedos. Ríase de sí mismo. No tema a la muerte. D

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