Este artículo se publicó hace 17 años.
Historiadores ponen en entredicho en un libro la imagen "monolítica" del régimen de Franco
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Los historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs ponen en entredicho la aparente imagen "monolítica" del régimen de Franco en su libro "La anatomía del franquismo", para el que han consultado abundante documentación inédita, principalmente de la Secretaría General y del Consejo Nacional del Movimiento.
"La anatomía del franquismo" (Editorial Crítica) desgrana todas las adaptaciones que el régimen llevó a cabo para adaptarse a nuevas situaciones, comenzando por la de 1945, cuando salió airoso de la derrota de Hitler en la II Guerra Mundial.
En una entrevista concedida a Efe, Carme Molinero ha señalado que se puede decir que entre el final de la Guerra Mundial y el inicio oficial de la Guerra Fría con la declaración de Truman de 1947, se produce "una segunda no intervención de las potencias aliadas occidentales, como ya había sucedido años atrás con la Guerra Civil española".
Según Ysàs, "Franco se benefició de la insuficiente presión internacional, de la capacidad del régimen de cerrar filas ante las tibias condenas extranjeras y del apoyo decisivo de la Iglesia católica, que permite mostrar a España como un estado católico y tradicional".
En esa abstención política jugó un papel fundamental la actitud del primer ministro británico Winston Churchill, que, como recuerda Molinero, "siempre había sido explícito contra el izquierdismo de la República".
Ambos historiadores desmienten el mito de que Franco se resistió a que España participara activamente en la Guerra Mundial y convienen con otros colegas en que "el hecho de que los alemanes no aceptaran las condiciones territoriales de España permitió al franquismo mantener una aparente neutralidad que le dejó fuera del bando de los vencidos".
Del análisis de la documentación del Consejo Nacional del Movimiento se puede deducir, apunta Ysàs, que el franquismo tenía internamente "una debilidad notable, con un aparato coercitivo decreciente en los años, aunque potente hasta el final".
"Tras esa imagen monolítica, el régimen tiene sus debilidades, sobre todo, a partir de los años sesenta y setenta, cuando empiezan a crecer las dudas sobre el futuro entre los jerarcas franquistas".
Molinero precisa que "en el aparato hay divergencias sobre cómo asegurar el futuro más allá de Franco, pero absoluta convergencia en cuanto a no defender ninguna perspectiva democratizadora, y desde este punto de vista es falsa la imagen que se ha querido vender de aperturistas contra inmovilistas".
Frente a los numerosos estudios recientes sobre la violencia franquista y la represión, "La anatomía del franquismo" aporta como novedad la revelación de la dialéctica entre el poder político y la sociedad, en la que "la agonía impregna todo el debate político".
Al igual que alguna historiografía considera la República hasta 1939, Molinero e Ysàs extienden el franquismo hasta 1977, pues "la muerte del dictador no supone la extinción automática del régimen y, de hecho, las leyes fundamentales del Movimiento no se derogan hasta la aprobación de la Constitución en 1978".
A juicio de Molinero, "aunque los resultados de las elecciones de 1977 permitieron la evolución hacia el cambio, la realidad social hacía imposible la continuación del régimen en la práctica y la inyección de moral que supusieron las últimas ejecuciones de 1975 difícilmente se podía repetir".
Ambos historiadores recogen opiniones atribuidas a militares "azules" como Tomás García Rebull o Carlos Iniesta Cano, que decían que "con 50.000 ejecuciones se mantendría 40 años más el régimen", pero, añaden, estos sectores no tenían la hegemonía y sus posiciones entraban en contradicción con los intentos de apertura a la CEE.
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