Este artículo se publicó hace 15 años.
Hizbulá asesinó a Hariri y no los servicios secretos sirios según Der Spiegel
El asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri, en febrero de 2005, no fue cometido por los servicios secretos sirios, sino por un comando especial del grupo chií Hizbulá, según el semanario alemán "Der Spiegel", que hoy divulga datos reservados de la investigación del caso.
Así lo prueba, afirma la revista, la reciente puesta en libertad, por orden del tribunal extraordinario de la ONU constituido el pasado 1 de marzo para juzgar el caso, de cuatro hombres detenidos como sospechosos de organizar el crimen y que llevaban más de tres años presos en una cárcel libanesa.
El tribunal con sede en la localidad holandesa de Leidschendam, presidido por el juez canadiense Daniel Bellemare, mantiene una absoluta reserva sobre la nueva pista sobre el asesinato de Hariri, que falleció en su automóvil por la explosión de una camioneta bomba que mató a otras 21 personas.
En base a informaciones de una fuente del tribunal que no revela, "Der Spiegel" destaca que las pruebas de que Hizbulá fue la autora real del crimen las ha aportado una unidad especial secreta de las fuerzas de seguridad libanesa a las órdenes del capitán Wissam Eid tras meses de trabajo minucioso con los métodos más modernos de investigación.
Esa unidad ha logrado identificar ocho teléfonos móviles, comprados el mismo día en la localidad libanesa de Trípoli, que fueron activados seis semanas antes del atentado y que, con la excepción de un solo aparato, nunca volvieron a ser utilizados tras la muerte de Hariri.
Los ocho móviles, calificados como "el primer círculo del infierno" por los investigadores, fueron utilizados al parecer exclusivamente para comunicarse entre sí por los miembros del comando que planeó y ejecutó el magnicidio.
Un "segundo círculo del infierno" estaría formado por otros 20 aparatos que pudieron ser localizados sospechosamente en las cercanías de los ocho primeros.
Según la investigación del equipo de Wissam Eid, los números de 28 teléfonos móviles fueron utilizados por miembros del brazo operativo de Hizbulá, con una milicia mas poderosa que el propio ejército regular libanés.
Los movimientos de las personas que portaban esos aparatos se cortaron repetidamente mientras estuvieron activos, también en las cercanías del lugar del atentado, que se produjo ante el Hotel St. Georges de Beirut y que dejó un cráter de dos metros de profundidad en la calle.
El equipo de investigación logró descubrir la trama porque uno de los terroristas cometió la imprudencia de llamar una sola vez a su novia con uno de los móviles del "primer círculo del infierno".
Este ha sido identificado, según el semanario, como Abd al Maschid Ghamlusch, procedente de la localidad de Ramin y miembro de Hizbulá que recibió varios cursos de instrucción terrorista en Irán.
Tirando del hilo, los investigadores han logrado identificar también al cerebro de la operación, el comandante del ala militar de Hizbulá Hadsch Salim, que reside en el sur de Beirut, en un barrio controlado por la organización chií.
Salim, de 45 años, dirige una secreta "unidad especial operativa", a las órdenes directas del secretario general de Hizbulá, Hasan Nasrala, aunque también informa de sus actividades al general iraní Kasim Sulaimani, su contacto directo en Teherán.
El equipo de Wissam Eid también identificó al miembro de Hizbulá que se encargó de conseguir la camioneta Mitsubishi utilizada para el atentado, así como de seguir la pista hasta su origen de los mil kilogramos de TNT, C4 y exógeno utilizados para fabricar la bomba.
Sin embargo, el capitán Wissam Eid no pudo ver culminar el fruto de sus investigaciones, ya que murió en un atentado, atribuido igualmente a Hizbolá, junto a otras tres personas en enero de 2008 a las afueras de Beirut.
Sobre el motivo del magnicidio, la revista destaca que pudo ser ordenado por Nasrala ante la creciente popularidad de Hariri, que se estaba convirtiendo en una alternativa peligrosa para el líder de Hizbulá.
Igualmente comenta que de hacerse públicas las investigaciones, se vería seriamente dañada la imagen de Hizbulá, pero también la del régimen de Teherán, que se vería confrontado de nuevo con acusaciones de apoyar el terrorismo internacional.
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