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Hobbiton y otros mundos de la Tierra Media

Nicolás cogió su mochila para cumplir un sueño: salir en 'El Hobbit'

SERGIO ALONSO

Nicolás Cuervo ha pasado los últimos cuatro años de su vida en Nueva Zelanda persiguiendo un sueño, salir en los créditos de la película El Hobbit. En 2007 dejó todo y partió desde Ribadesella (Asturias) a la Tierra Media. Este fanático de El Señor de los Anillos había terminado de estudiar Realización y a falta de permiso de trabajo o buen nivel de inglés, cargó su saco y se lanzó a la aventura. Tenía sólo 1.500 euros que había ahorrado trabajando como camarero, pero confiaba en su suerte. Todo seguía un guión digno del mismísimo Tolkien.

El rodaje, previsto para 2008, se fue retrasando y Nicolás, que estaba a punto de quedarse sin dinero, encontró trabajo en 'el paraíso en la tierra', Milford Sound. Esa fue su casa durante los años siguientes. El Nobel de Literatura británico Rudyard Kipling definió este lugar como 'la octava maravilla del mundo'. Hoy es un sitio de referencia para turistas.

'En cualquier lugar del país puedes ver paisajes que recuerdan a los filmes de Peter Jackson'

Situado dentro del Parque Nacional de Fiordland, en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Milford impresiona por su naturaleza virgen y por la gran cantidad de especies que conviven: delfines, pingüinos, ballenas o focas, entre otras.

Nuestro viajero insiste en que 'en cualquier lugar del país puedes ver paisajes que te recuerdan a las películas de Peter Jackson', porque, como él suele decir, 'Nueva Zelanda es la Tierra Media'. En concreto, recomienda a cualquier fan visitar Hobbiton, entre las colinas de la localidad de Matamata, ya que, aunque se trata de un tour caro (unos 80 dólares), es el único decorado que se mantiene 'prácticamente intacto'.

Para acabar de sumergirse en el mundo inventado por Tolkien, Nicolás apunta otros dos destinos obligados: hacer una caminata de seis horas hasta el volcán Ngauruhoe, que sirvió como imagen del Monte del Destino, y 'volar' por las aguas del río Shotover, por donde navegó Frodo en varias escenas de la película, encima de un jetboat a toda velocidad (por 110 dólares).

Hace cinco meses a Nicolás le llegó el momento definitivo. Llevaba dos horas y media esperando frente a la escuela de arte dramático Whakaari, en Wellington, la capital. Estaba más cerca que nunca de alcanzar su sueño, pero cuatro centímetros le impidieron participar en el casting definitivo. Los elfos tenían que medir 1,83 centímetros y no daba la talla.

La aventura llegaba a su fin, pero este joven aún tenía la oportunidad de mirar al resto desde las alturas. En Queenstown se contrata uno de los tour más espectaculares, un viaje en avioneta con unas vistas únicas en el mundo. Era el momento de sacar los ahorros, unos 500 dólares, y 'disfrutar de un último paseo por el paraíso'.

Nuestro viajero ya está en casa, ha pasado página y se dedica a contar su aventura por esta particular Tierra Media: 'He pasado los últimos años viviendo experiencias increíbles y conociendo gente de todo el mundo pero, aunque se suele decir que lo importante no es el destino si no el viaje, no es fácil asimilarlo cuando te quedas a las puertas'.

Esta historia se cerrará a finales de 2012 cuando el protagonista acuda al estreno de El Hobbit, sin ver su nombre en los créditos, pero satisfecho por todos los recuerdos acumulados. Un final feliz.

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