La troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) se quedará en Atenas de manera indefinida hasta que el Gobierno liderado por el conservador Antonis Samaras tenga redactado el nuevo paquete de recortes de 11.600 millones de euros.

Estaba previsto que Poul Thomsen (FMI), Klaus Masuch (BCE) y Matthias Morse (CE) dejaran mañana la capital griega y no volvieran hasta finales de agosto, después de una intensa semana de reuniones en la que estuvieron analizando con Samaras la aplicación de las medidas de austeridad hasta la fecha.

Sin embargo, los hombres de negro han decidido quedarse sine die. Así se lo comunicó Thomsen al ministro de Finanzas, Yiannis Stournaras, durante una cena el viernes en la que le habría dicho que 'estamos aquí para ayudaros, nos quedaremos el tiempo que sea necesario hasta que tengáis listo el borrador'.

'En el pasado, la troika siempre decía que cuando estuviéramos listos les llamáramos [...] Eso parece haber cambiado. Han visto que el nuevo ministro es serio y están dispuestos a colaborar' dijo a la prensa un funcionario de Economía en condición de anonimato.   

Más que una ayuda lo que parece es que las tres instituciones quieren llevar un mayor control de las cuentas griegas -si cabe- dada la delicada situación que atraviesa el euro, con países como España e Italia sufriendo las consecuencias de la crisis de deuda. 

Stournaras se reunirá esta tarde con los otros líderes de los partidos de la coalición, el Pasok y el Dimar, para explicarles el nuevo plan y ver el mejor camino para su aprobación.

Este nuevo paquete, del que ya se dijo la pasada semana que golpearía a las pensiones, es esencial para la permanencia de Grecia en el euro ya que forma parte de las promesas que hizo Atenas para recibir el segundo rescate por valor de 130.000 millones.