Este artículo se publicó hace 15 años.
Los hombres que no respiran
El francés Nery, ex plusmarquista mundial, explica cómo alguien llega a especializarse en buceo a pulmón libre
Retrocedamos 13 años. La escena no puede ser más simple. Dos muchachos bromean en un autobús escolar de Niza. Surge la apuesta adolescente. "Yo aguanto más tiempo que tú sin respirar", dice uno. "No, yo más", responde el otro. "A ver, te cronometro aquí mismo". Uno de los dos muchachos se llama Guillaume Nery. Comienza el reto dentro del autocar. Guillaume, de 14 años, contiene la respiración. Un minuto y medio exacto. Un buen registro. Pero pierde. Su amigo aguanta dos minutos y nueve segundos.
"Aquello me enfadó mucho", recuerda el plusmarquista mundial de apnea antes de sumergirse en la piscina de la imponente terraza de un hotel madrileño. "A partir de ese día empecé a practicar la apnea. Lo hacía encima de la cama, completamente desnudo, porque pensaba que así toda mi piel respiraba. Abría las ventanas de mi habitación para que entrara mucho aire. Mis padres pensaban que estaba loco. ¿Qué haces ahí, desnudo? me decían", recuerda entre risas el buceador de la Costa Azul.
Nery es capaz de aguantar siete minutos en apnea (sin respirar) bajo el agua
Guillaume empezó a mejorar. Dos minutos. Dos minutos y medio. Más de tres minutos... Entonces intervino la casualidad. "Un día vi un documental de buceo a pulmón libre y me dije: Eso es justo lo que quiero hacer". El destino participó una vez más. "Se dio la casualidad de que el único club de buceo a pulmón libre que había en Francia estaba en Niza", apunta Guillaume.
Se le pregunta si está loco. Si no le parece una temeridad lo de descender a profundidades de más de 100 metros sin ayuda de oxígeno. "No. No es peligroso si se practica siguiendo las normas del free-diving. Hay que hacerlo con medidas de seguridad, en un club. Y jamás hay que hacerlo en solitario. Pero esto no es más peligroso que cruzar Madrid en moto", insiste Guillaume, de 27 años, que transmite una enorme sensación de sensatez.
Nery es un joven tranquilo, risueño. Se sienta en el fondo de la piscina durante dos minutos (sin lastre adicional) como si estuviera en el sofá del salón. Mientras el fotógrafo se sumerge con su cámara subacuática y asciende varias veces a respirar, Guillaume permanece allí abajo. Es capaz de estar siete minutos bajo el agua.
"Esto no es más peligroso que cruzar Madrid en moto" matiza Guillaume
Hace un año batió el récord del mundo de descenso en peso constante (llevan el mismo peso en la bajada que en la ascensión) con cola de delfín. Lo logró en la bahía de Villefranche, un precioso pueblecito de la Costa Azul. Descendió hasta 113 metros con una pesa de un kilogramo. A más peso, más rápido es el descenso y más difícil es la subida.
"Siempre buceo por la mañana", explica el nizardo. "Antes del mediodía mi cuerpo está muy relajado, incluso un poco adormilado todavía, en calma". Guillaume busca ese estado intermedio entre el sueño y la vigilia: es la relajación máxima. "Cuando voy a competir me concentro en ser como el agua. Sé que me voy a mezclar con ella. Voy a fluir. Voy a volar allí abajo. Es exactamente lo mismo que volar, no luchas con el agua. Debes fundirte: ser parte de ella", explica el buceador.
El pasado jueves logró el bronce en los Mundiales de apnea disputados en Bahamas.
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