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Honduras da un ultimátum a Brasil por Zelaya

Reuters

Por Esteban Israel y Anahí Rama

El Gobierno de facto de Honduras dio un ultimátum de 10 días a Brasil para que defina la situación del derrocado presidente Manuel Zelaya, refugiado en su embajada desde que el lunes volvió clandestinamente al país en un nuevo intento por regresar al poder.

En un comunicado emitido por el ministerio de Exteriores la noche del sábado, el Gobierno que asumió tras el golpe de Estado a Zelaya, el 28 de junio, pidió a Brasil que su embajada en Tegucigalpa no sea utilizada para llamar a la insurrección.

"De no ser así, nos veremos obligados a tomar medidas adicionales conforme al derecho internacional", dijo el ministerio, aunque no especificó a qué medidas se refería.

Brasil exigió esta semana ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se respete la independencia de su embajada.

Zelaya se refugió en la embajada brasileña tras regresar a Honduras el lunes y está allí en condición de huésped.

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dijo que Zelaya podría quedarse allí el tiempo que quisiera.

Pero el Gobierno del presidente de facto, Roberto Micheletti, había dicho previamente que Brasil debía decidir si le da asilo político o lo entrega a la justicia hondureña para ser juzgado por una supuesta violación de la Constitución.

El ministerio de Exteriores hondureño dijo además que no permitirá el regreso de los embajadores de Argentina, España, México y Venezuela, retirados tras el golpe, a menos que esos países reconozcan antes al Gobierno de facto.

La medida podría aumentar el aislamiento internacional al que está sometida la empobrecida nación centroamericana.

También liquida las ilusiones de un diálogo entre Zelaya y Micheletti, posibilidad con la que ambos coquetearon esta semana, pero que chocó contra el obstáculo aparentemente insuperable de la restitución del mandatario derrocado.

Simpatizantes y detractores de Zelaya mantienen su pulso en las calles de Tegucigalpa.

Unos 2.000 partidarios del depuesto presidente marcharon el sábado por las calles de la capital para exigir su retorno.

Al pasar delante de la embajada de Estados Unidos, algunos manifestantes blandieron sus zapatos en el aire para exigir una mayor presión del Gobierno de Barack Obama, en una referencia a un periodista iraquí que arrojó un mocasín al ex presidente George W. Bush.

La marcha terminó frente al cerco de policías y soldados que mantienen sitiada la embajada de Brasil donde Zelaya se mantiene atrincherado.

"¡Mel, aguanta, el pueblo se levanta!", gritaron usando el apodo de Zelaya.

Zelaya fue sacado hace tres meses de la cama a punta de pistola y expulsado del país horas antes de un referéndum que abriría el paso a la reelección, algo que sus detractores veían como un intento de seguir los pasos de su aliado, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Micheletti y los políticos, empresarios y militares que han apoyado el golpe apuestan a que las elecciones presidenciales de fines de noviembre permitan pasar la página de la crisis y romper el aislamiento internacional al que está sometida Honduras.

Pero Estados Unidos y la mayoría de los países de América Latina aclararon que no reconocerían al presidente que surja de unas elecciones auspiciadas por un gobierno de facto.

La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo el sábado que una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) viajará a Honduras en los próximos días para intentar otra vez la firma del Acuerdo de San José, un plan del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, que incluye la restitución de Zelaya.

Pero Micheletti ha dejado muy claro que Zelaya no volverá al poder, sino que será arrestado apenas ponga un pie fuera de la embajada.

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