Este artículo se publicó hace 16 años.
La Iglesia Católica beatifica por primera vez en Japón a 188 mártires
La Iglesia Católica celebró hoy en Nagasaki su primera ceremonia de beatificación en territorio nipón de 188 mártires japoneses, que murieron por negarse a renunciar a la religión que llegó Japón a través de misioneros jesuitas españoles.
La ceremonia, celebrada hoy ante 30.000 personas en el estadio Big N de Nagasaki (sur del país), conmemora por primera vez en Japón la muerte de estos mártires nipones, que a pesar de ser perseguidos y torturados durante años, se negaron a renunciar a sus creencias religiosas.
El cardenal portugués José Saraiva, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y enviado especial del Papa Benedicto XVI, ofició hoy esta ceremonia histórica en Japón, un país en el que tan sólo el 1 por ciento de los más de 122 millones de habitantes del país son cristianos.
La ceremonia de beatificación, que es el paso previo y necesario a la canonización con la que un beato pasa a ser un santo, comenzó a las 12 del mediodía hora local (3.00 GMT) y duró más de tres horas, según dijeron a Efe fuentes de la Conferencia de Obispos de Japón.
Entre los nuevos beatos destacan Pietro Kibe, uno de los últimos sacerdotes jesuitas de la antigua misión de Japón además del primer nipón que visitó Jerusalén; y Julián Nakaura, uno de los principales evangelizadores cuando el cristianismo empezó a ser perseguido.
Sin embargo, en esta beatificación destaca que 183 de los 188 homenajeados eran personas laicas, mientras que tan sólo cinco de ellos eran religiosos.
Tras la llegada del navarro San Francisco Javier en 1549 a las costas de Kagoshima (suroeste de Japón), el catolicismo hizo su primera aparición en Japón, un país en el que el hasta el siglo VII sólo se permitía la práctica del Shintoismo, una religión de origen japonés basada en el respeto a la naturaleza.
La labor de evangelización de los cristianos, entre los que destacaron los jesuitas, fue apoyada en un principio por las autoridades niponas, que vieron el cristianismo como un aliado en la lucha contra la propagación de otras religiones como el budismo en el país.
Sin embargo, cuando los europeos comenzaron a conquistar vastos territorios asiáticos arropados bajo la bandera de la evangelización y la propagación de la religión católica, los japoneses empezaron a percibir el cristianismo como un amenaza y en el siglo XVII decidieron prohibirlo durante dos siglos.
Durante esos más de doscientos años, fueron muchos los cristianos que fueron perseguidos en Japón: algunos renunciaron a sus creencias, otros vivieron escondidos hasta la reapertura de Japón al exterior con la restauración Meiji (siglo XIX) y otros, entre ellos estos 188, murieron por su fe entre 1603 y 1639.
Hace 27 años, el Papa Juan Pablo II visitó Nagasaki y dijo que Japón era un país de mártires y que estos debían ser reconocidos.
Por eso, en junio del año pasado, el Papa Benedicto XVI decidió la fecha de la beatificación y desde entonces, la Iglesia Católica nipona empezó a organizar este evento, que se produce justo ahora que Japón tiene un primer ministro católico, Taro Aso.
"(Que el primer ministro nipón sea católico) es muy positivo, un signo de la vitalidad del catolicismo en Japón y puede que también un signo de la providencia", dijo Saraiva el pasado viernes durante una rueda de prensa en Tokio.
A pesar de la extensión del budismo y el shintoismo -las dos religiones más extendidas en Japón hoy en día-, los japoneses celebran muchas de las fiestas cristianas, tales como la Navidad.
Pero la relación de Japón con la Iglesia, no se reduce a la importación de las costumbres.
El jesuita español San Francisco Javier, "Xavieru", para los nipones, es una figura muy reconocida en Japón, y además la Universidad Sofía de Tokio, fundada en 1913 por la Compañía de Jesús, es una de los centros educativos más prestigiosos del país.
Por otro lado figuras tan representativas dentro del catolicismo como el Padre Pedro Arrupe y actual General de la Compañía de Jesús, el jesuita Adolfo Nicolás, vivieron muchos años en el país del Sol Naciente.
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