Este artículo se publicó hace 13 años.
"Igual peco de pesimista, pero este país se va a la mierda"
Actor. Su padre quería que fuese torero y él salió animalista. Y es de izquierdas, aunque le ha cogido «miedo» a hablar de política
El 23 de febrero del 81, Fernando Tejero, entonces un chaval, iba en autobús camino de casa cuando oyó a su espalda una conversación poniendo a caldo a un pobre diablo: "¡Menudo cabrón, fíjate la que ha montado!". El cabrón, comentaban todos, era Antonio Tejero, nombre compartido por el guardia civil golpista y por un hermano, a la sazón novillero cordobés, del joven Fernando.
"Pensé: ¡Hostia, qué faena habrá hecho mi hermano para que parezca que todos quieren matarlo!", cuenta ahora, arrugando los ojos sonrientes, Fernando Tejero (Córdoba, 1965), del que puede decirse algo que sin contexto sonaría realmente fatal: se alivió cuando aquella misma tarde se enteró de que quien la había liado era un guardia civil llamado Antonio Tejero.
"Es una putada que sigan repitiendo 'Aquí no hay quien viva'"Aunque su alivio no era político, sino familiar. Porque Fernando arrastra una fuerte querencia familiar. De hecho hay tres cosas de las que habla con ternura. Una, de Córdoba. "Lloré cuando me enteré de que no había salido Capital de la Cultura. Qué cabreo". Dos, de su profesión: actor. "Yo tiendo a estar jodido. La mayoría de los días lo que me hace levantarme es mi oficio, y más ahora que ni estoy enamorado", cuenta. Y tres, de su familia. "Mi padre, que toreó con Paco Camino, quería que todos fuéramos toreros. Yo llegué incluso a ir a la escuela de tauromaquia", rememora.
El empeño de su padre, de profesión pescadero, triunfó en dos de los seis hermanos, hoy banderilleros. Pero él pasó. Es más, sus primeras aspiraciones infantiles fueron de periodista —pretensión que por fortuna para él abandonó pronto— ¡y de veterinario! "A mis hermanos los admiro, pero no me gustan los toros.Veo un animal herido y me hincho de llorar", cuenta mientras apura un cigarro. "A ver si dejo ya el tabaco", dirá luego. "Me levanto de buen humor y el primer cigarro me lo jode". Además de fumador, se reconoce algo juerguista, aunque la cosa va a menos. "Ahora me corro una fiesta y estoy cinco días en la UVI", exagera.
Por el trato mimoso y regalón que dispensa a su perrito Woody —por Woody Allen—, es fácil inferir que el mundo no se perdió un gran matador. Pero ganó un actor estupendo. Estupendo y tardío. Porque casi hasta los 30, después de hacer la mili y macerada una vocación sin respaldo familiar, no se decidió a marchar a la escuela de Cristina Rota, donde se fijó en él Alberto San Juan, alma máter de Animalario.
"Me levanto de buen humor y el primer cigarro me lo jode. A ver si lo dejo ya"Al cine llegó con Los lunes al sol, donde dio tanta verdad al vigilante deficiente del astillero que Dennis Hopper, tras ver la película, preguntó: "¿Es retrasado de verdad?". Fernando León de Aranoa le había dado el papel el 11 de septiembre de 2001. "Llamaba a mis amigos y les decía: ¡Voy a hacer una peli con Bardem!'. Y ellos: Pero, tío, ¿no has visto el atentado?'", cuenta. Está claro que los días históricos (23-F, 11-S) suelen pillarlo distraído, motivo de más para celebrar que descartara pronto el periodismo.
La popularidad lo desbordó con su papel en la serie Aquí no hay quien viva. Y con su frase archifamosa: "Un poquito de por favor". Hoy no es sólo un rostro solicitado y popular, sino también un intérprete consagrado y versátil, premio al mejor actor en el Festival de Cine de Málaga por el drama Cinco metros cuadrados. Pero aquella serie lo persigue. "Le debo mucho, pero es una putada que la sigan repitiendo", dice.
Tejero, conversador ameno y dicharachero, admite que hay en su carácter algo ciclotímico. Y está claro cuáles son los temas que le ensombrecen el ánimo: la política en general y la crisis en particular. Reconoce que la virulencia con que se trata a la gente del cine que se moja en política le ha hecho coger "miedo a hablar".
Aunque al final algo habla. Ayer votante de ZP, hoy se dice "identificado con la gente que está en las plazas, indignado y confuso". "Ahora mismo no veo solución. Igual peco de pesimista y mañana te digo que es pasajero, pero a mí me parece que este país se va a la mierda", dice.
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