Este artículo se publicó hace 13 años.
La II guerra judicial tecnológica
Microsoft, Google, Nokia y Apple se enfrentan en los juzgados y ante las autoridades de competencia por el poder
Si la Justicia se moviese al ritmo del sector tecnológico, si estuviesen prohibidos los acuerdos extrajudiciales que saldan denuncias con la chequera, quizás hoy no habría Black-berrys, los mandos de la PlayStationno vibrarían y seguiría existiendo el navegador Netscape. La historia del avance tecnológico está llena de enfrentamientos judiciales. Davides contra goliats, luchas de gigantes, autoridades de competencia a brazo partido contra multinacionales que se creían intocables... Esa guerra sigue más viva que nunca.
Internet ha alcanzado aún mayor protagonismo y hay un nuevo y amplio campo de batalla en la telefonía móvil provocado por los teléfonos inteligentes, los smartphones, dispositivos con múltiples aplicaciones y acceso a internet que pueden llevar en su interior tecnología protegida hasta por mil patentes.
La guerra se ha recrudecido entre los grandes. Nokia contra Apple y viceversa, Microsoft contra Google, Apple contra Google. La última batalla, librada esta misma semana, la de las mutuas demandas de Samsung y Apple. Un ejército de abogados se frota las manos con la normativa de patentes y de competencia como principales armas. Son luchas a la altura de la que enfrentó a Sun o AOL con Microsoft, a Intel con AMD en la primera década del siglo. Guerras que acabaron en multimillonarias multas o sonados pactos extrajudiciales.
El enfrentamiento entre Nokia y Apple tiene el morbo añadido de que la primera es la reina de la telefonía móvil en horas bajas y la segunda, la nueva generación llamada a gobernar. Nokia demandó a Apple en octubre de 2009 en un tribunal de Delaware y ante la Comisión Internacional de Comercio de EEUU por la violación de diez patentes con el iPhone. Un mes después, Apple contestó demandando a Nokia por utilizar 13 tecnologías patentadas. La finlandesa optó entonces por globalizar su denuncia acudiendo a los tribunales de Reino Unido, Alemania y Holanda.
Nokia denuncia características que han convertido al teléfono de Apple en un fenómeno que Nokia no ha sido capaz de replicar, como funcionalidades de la pantalla táctil o el acceso a la tienda de aplicaciones. La europea no pide que no se venda el iPhone sino que Apple le pague royalties por los vendidos desde 2007. Apple la demanda probablemente en busca de un acuerdo de licencias cruzadas, similar a lo que ocurre con Samsung, aunque las fuerzas se miden en esta ocasión en el campo de las tabletas.
Javier Maestre, abogado especialista en tecnología del bufete de abogados Almeida, explica que "el sistema de patentes de software no es operativo. En EEUU se permite registrar patentes de software, algoritmos matemáticos que en España, por ejemplo, sería impensable registrar. Se pensó como incentivo a la inversión", añade, pero "se ha convertido en lo contrario. Las grandes compañías son las grandes propietarias porque registrar es caro". Pero "muchas, en lo que están interesadas es en los royalties". Ahora, reconoce, "se ve un intento de hacer fuerte este sistema en Europa", frente al más flexible de propiedad intelectual.
Rafael García del Poyo, socio director del Departamento de Tecnologías de la Información de Cremades & Calvo Sotelo, recuerda que "las empresas punteras invierten muchos recursos humanos y económicos en I+D y no permiten que sus competidores se beneficien ilícitamente". Suelen recurrir a acuerdos extrajudiciales, añade, porque "concurren elementos internacionales que pueden hacer que los procesos se extiendan años, con costes elevados".
Otro gran cambio en esta guerra se debe al irreplicable poder de Goo-gle. Apple ha denunciado por violación de patentes a la taiwanesa HTC, el primer fabricante de móviles que incluyó en sus terminales el sistema operativo Android, propiedad de Goo-gle. Pocos se creen que vaya a por HTC. Va a por Google, que ya ha dicho que respaldará a la taiwanesa.
En esta guerra de poder, Google ha puesto nerviosa incluso a la tecnológica más denunciada de la historia: Microsoft. No hace tanto que esta se permitía ignorar las resoluciones de la Comisión Europea que la obligaban a desligar programas de su omnipresente Windows o a dar información para que otros creasen programas compatibles (lo que la acabó haciendo pagar multas por 1.600 millones de euros). Microsoft acaba de llamar a la puerta de Bruselas para unirse a la denuncia de tres empresas de mucho menor tamaño (una de ellas de su propiedad) que denuncian a Google por abuso de posición de dominio y que provocaron la apertura en noviembre de un expediente contra la estadounidense.
El adalid del expediente es un viejo conocido de Microsoft, Cecilio Madero, el eurofuncionario español responsable de Competencia que puso a la firma de Bill Gates contra las cuerdas. Madero pidió que las empresas que quisiesen colaborar contestasen a un cuestionario sobre prácticas de Google y ya tiene más de 500 respuestas. Según fuentes del sector, "algunas multinacionales que no se atreven a enfrentarse a Google" han visto su oportunidad sin gran protagonismo.
Un buen número "son del sector de la tecnología o de la publicidad", que dependen de las normas que marca Google y su 95% de cuota en Europa. Entre las que sí denuncian, la francesa eJustice asegura que Goo-gle podría estar utilizando prácticas que modificasen los resultados de su buscador de forma ilícita.
Microsoft viene con su artillería a ayudar a esta, a su filial Ciao y a Foundem (denunciantes originales), acusando a Google de obligar a las empresas que incluyen su buscador en la web a firmar cláusulas de exclusividad y de no facilitarle las herramientas para crear una entrada atractiva a YouTube para móviles con Windows. El socio de Clifford Chance Miguel Odriozola cree que "tras el caso de Microsoft, con Goo-gle la Comisión Europea se sitúa a la vanguardia de la resolución de casos de abuso de posición de dominio en el sector más complejo para aplicar esta doctrina".
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