Público
Público

Implante mamario trae breve felicidad y mucho dolor a británica

Reuters

Por Estelle Shirbon

Cuando Amanda Harrison aumentó eltamaño de su busto en el 2006, los resultados le dieron laconfianza que le habían quitado las burlas en la escuela por suescasa delantera.

Ahora, ella cree que su autoestima subió a un costoterrible: años de una misteriosa enfermedad que le provocódebilidad, depresión e incapacidad para enfrentar la vidacotidiana.

Harrison, actualmente de 40 años, es una de las cerca de 250mujeres británicas que está efectuando una demanda en busca deuna compensación luego de que se le colocaran implantes mamariosde dudosa seguridad fabricados por una empresa francesa quecerró en el 2010.

Los implantes de gel de silicona de Poly Implant Prothese(PIP) parecen tener una tasa inusualmente elevada de ruptura,por lo que se está expandiendo el temor de posibles riesgos parala salud.

Unos 300.000 implantes PIP, que se utilizan en cirugíaestética para aumentar el tamaño del pecho o para reemplazartejido mamario perdido, fueron vendidos en todo el mundo antesde que PIP se declarara en bancarrota el año pasado.

Investigadores franceses también hallaron que la compañíahabía usado una silicona industrial más económica para rellenaralgunos de sus implantes.

"Me hace sentir indignada", dijo Harrison a Reuters en unaentrevista telefónica desde su casa en Ramsgate, en el sudestede Inglaterra.

"Es enfermizo que pudieran siquiera pensar en colocar estacosa en una persona. Uno no se lo pondría ni a un animal. Es(como) rellenar un colchón, ¿no?", señaló la mujer.

Harrison estuvo feliz con sus implantes los primeros dosaños, pero en el 2008 enfermó por primera vez en lo que seríauna larga serie de condiciones debilitantes.

En los siguientes tres años, la mujer contó que sufriódolores punzantes en su pecho y bajo el brazo, problemas pararespirar, dolor insoportable en el cuello y la espalda y otrossíntomas que los médicos no podían explicar.

Ella misma relata que estuvo internada en reiteradasocasiones y sin poder trabajar. Finalmente dejó su empleo comodirectora de ventas publicitarias porque no podía con él.

RUPTURA

Este año, una serie de pruebas revelaron que uno de susimplantes mamarios, fabricado por PIP, se había roto.

Los médicos reemplazaron sus implantes y los síntomasmejoraron, aunque Harrison todavía tiene problemas que segúncuenta su cirujano sospecha que están relacionados con elingreso de silicona en su tejido mamario.

Desde entonces, la mujer ha investigado el escándalo PIP yes una de las cientos de británicas que buscan compensación desus clínicas en los tribunales.

"Estas clínicas dijeron, por ejemplo, que (los implantes)durarían 10 años, o en algunos casos que durarían toda la vida,y que no había posibilidad de filtraciones", dijo Mark Harvey,abogado de las mujeres.

"Por lo tanto, cuando se les aplicaron estos implantes queahora sabemos que se rompieron, que no duraron 10 años o más (y)que sí tuvieron filtraciones, estos fueron incumplimientos decontrato y tienen que pagar compensación", indicó Harvey desdesu oficina en Cardiff.

Una corte civil decidirá a mediados de enero si acepta lademanda de las mujeres.

Harrison, que aún toma antidepresivos y píldoras para dormirdespués de sus varios problemas de salud, dijo que ningún montode dinero compensará el daño a su vida.

"No puedo tener de nuevo mi salud (...) Tengo un hijopequeño al que ni siquiera puedo cuidar adecuadamente. No sé quéme depara el futuro", añadió la mujer.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias