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Los indignados se cobran la segunda víctima entre la Iglesia anglicana

EFE

La acampada de los indignados en Londres causó hoy la segunda dimisión en la catedral anglicana de San Pablo y dejó en segundo término el verdadero motivo de la protesta: los excesos del sistema financiero.

Graeme Knowles, deán de San Pablo y su máximo responsable, renunció hoy con efecto inmediato por la discutida gestión de la Iglesia anglicana de esta protesta, después de que la semana pasada el número tres de la catedral, Giles Fraser, también dimitiese.

La dimisión de Knowles, un cargo como el de Fraser de designación real, se produce cuando se ha notificado a los activistas que cuentan con 48 horas para levantar sus tiendas, instaladas en plena City (centro financiero) de Londres y a los pies de la catedral, uno de los atractivos turísticos de la capital británica.

La movilización londinense que se inició hace 16 días dentro de la convocatoria internacional del 15 de octubre contra los excesos del sistema financiero se ha convertido en un enfrentamiento con la Iglesia anglicana, que permitió la acampada pero no ha sabido manejarla.

La protesta "Ocupar la Bolsa de Londres" debió instalarse en las cercanías de la catedral de San Pablo debido a que los terrenos que ocupa el parqué bursátil son privados. Día tras día, la madeja se ha ido enredando.

Primero se permitió la acampada, después la catedral cerró una semana por riesgos de salud pública, más tarde los responsables de la iglesia apostaron a que los activistas se irían voluntariamente y, al final, el aviso de las autoridades de la City ha acabado siendo de desalojo.

Las autoridades municipales de la City de Londres han notificado a los activistas que, en un plazo de 48 horas, deben desmontar sus 200 tiendas y todas las instalaciones que tengan en suelo público.

Desde el comienzo los responsables de la catedral de San Pablo han evidenciado dudas y divisiones sobre cómo hacer frente a una protesta en la que, según el canónigo Fraser, reconocido partidario de los activistas, podría haber participado Jesús.

Hoy mismo el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, admitió que los asuntos que plantean los manifestantes son relevantes y que tanto "la Iglesia como toda la sociedad deben colaborar para que sean analizados de forma adecuada".

Williams, máxima autoridad de la Iglesia anglicana, lamentó la marcha del deán de San Pablo, quien justificó su renuncia en la necesidad de facilitar "un nuevo comienzo" a este enredado conflicto.

Knowles, que fue quien tomó la decisión de cerrar San Pablo, indicó hoy que, "con las críticas de la prensa y la opinión pública sobre la catedral, cada vez está más claro que mi posición como deán de San Pablo era insostenible".

El cierre de San Pablo se produjo por primera vez desde la II Guerra Mundial y causó una reducción en los ingresos por turismo en un templo visitado, entre otras razones, porque allí se casaron el príncipe Carlos y Lady Di hace treinta años.

Mientras el foco se centra cada vez más en el enfrentamiento con la Iglesia, se sienten perjudicados los manifestantes que se concentraron allí para denunciar los excesos de los bancos y el sistema capitalista.

En un comunicado, el movimiento "Ocupar la Bolsa de Londres" destacó que su objetivo es hablar de "justicia social, democracia real y un sistema financiero que castiga a la mayoría y convierte a unos pocos en privilegiados".

"La dirección de la catedral de San Pablo está, claramente, muy dividida sobre la posición que han tomado en respuesta a nuestra causa, pero nuestra causa nunca se ha dirigido contra el personal de la catedral", apunta.

Uno de los activistas, Joel Benjamin, de 29 años, aseguraba a los medios británicos que lamenta la situación creada, con dos renuncias de cargos eclesiásticos, e insistió en que lo que ocurre "no es responsabilidad de la iglesia de Inglaterra, sino del sistema financiero".

Patricia Souza

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