Este artículo se publicó hace 15 años.
Interrogantes sobre el camino que seguirá la bolsa tras registrar cinco máximos anuales esta semana
Después de una semana pletórica, en la que la bolsa ha subido del 2,84 por ciento, ha registrado cinco máximos anuales consecutivos y ha acabado al borde de 11.800 puntos, cabe preguntarse a dónde pretende dirigirse.
Con una revalorización acumulada cercana al 75 por ciento desde los mínimos de marzo, se podría inferir que el mercado se ha situado en el camino de un acantilado con un precipicio de infarto.
El roce del nivel de 12.000 puntos hace olvidar que hace medio año andábamos por debajo de 7.000 y que el apocalipsis era una posibilidad que paralizaba el ánimo de los inversores.
Ahora, a punto de dejar el verano y adentrarnos en las melancolías otoñales, la bolsa tendrá que meditar acertadamente qué pretende hacer, porque, aunque los indicadores azucen, el vértigo tiene que ser de órdago.
Estos días pasados el mercado ha rentabilizado con provecho las buenas noticias económicas y las favorables perspectivas esbozadas por las autoridades.
Tanto en los Estados Unidos como en Europa y Japón -1,2 y 3, con el permiso de China- se procedió a enterrar estos días a la recesión y a celebrar con los cohetes del capital que la tierra cobertor tiene poder vivificador.
El presidente de la Reserva Federal -banco central estadounidense-, Ben Bernanke, dijo que la recesión había acabado y la bolsa subió.
También subió con el informe de la Comisión Europea, que augura un parvo crecimiento, del 0,1 y del 0,2 por ciento para el tercer y cuarto trimestre, y con un documento del Banco de Japón que habla de la recuperación de la economía del Sol Naciente gracias al crecimiento de las exportaciones y la inversión.
Y también subió porque en China se espera crecer a ritmos del 10 por ciento trimestral y porque en los Estados Unidos aumenta la producción industrial y el "ladrillo", la construcción de casas nuevas, creció.
Al estar así las cosas, la bolsa prescindió de otros indicadores que podrían estropearle la carrera en breve, como el crecimiento de la inflación en los Estados Unidos, en la zona euro y en varios países europeos, que traería aumentos de los tipos de interés en poco tiempo, a no ser que no prefieran aguar la fiesta.
También ignoró los desagradables augurios sobre la evolución del paro para las economías desarrolladas vertidos por la OCDE y la depreciación de la divisa estadounidense, que se cambió con el euro a 1,47 dólares en estos días y que algo tuvo que ver con la cotización del petróleo Brent, que se negoció a más de 71 dólares por barril.
Con todo esto, entre las principales empresas del mercado nacional, las treinta y cinco integrantes del Ibex-35, esta semana subieron treinta y una y bajaron cuatro.
El principal avance correspondió a Telecinco, el 11,12 por ciento, seguida de Ferrovial, que ganó el 10,19 por ciento, y de e Cintra, con un alza del 10,03 por ciento, después de conocerse que a finales de octubre aprobarán la fusión de ambas compañías.
El sector financiero lideró las pérdidas. Banesto ocupó el primer lugar al bajar el 1,64 por ciento, mientras que Banco Popular cedió el 1,14 por ciento; Abertis, el 0,83 por ciento, y BBVA, el 0,16 por ciento.
Del resto de los grandes valores sobresalió Iberdrola, que ganó el 6,49 por ciento porque surgieron rumores de que EDF podría presentar una opa por ella, mientras que los yacimientos descubiertos por Repsol le dejaron una renta del 5,87 por ciento;
Banco Santander avanzó el 3,71 por ciento, y Telefónica, el 1,86 por ciento.
La próxima semana, en la que el Ibex-35 saldrá de 11.777,30 puntos, el mercado estará pendiente, entre otros asuntos, de la reunión de la Reserva Federal sobre los tipos de interés, así como de los datos del sector inmobiliario de este país.
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