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Los iraquíes se preguntan si EEUU completó su tarea o huye de un callejón sin salida

EFE

Los iraquíes ven con suspicacia la culminación de la retirada de las tropas de combate estadounidenses de Irak el próximo día 31 de agosto y se preguntan si EEUU se marcha porque acabó su tarea o huye de un callejón sin salida.

A esa desconfianza han contribuido las dudas suscitadas sobre la preparación del Ejército iraquí para garantizar la seguridad tras la reducción de los soldados estadounidenses a alrededor de 50.000.

"No quiero ver tanques estadounidenses en la calles de Bagdad, pero temo por el futuro del país, por lo que se dice de la falta de recursos y entrenamiento suficientes de las fuerzas de seguridad, además porque prosiguen las diferencias políticas", dijo a Efe un vecino de un barrio del norte de Bagdad, Haidar Azmi.

Azmi, un chií de 50 años, consideró que los estadounidenses salen de Irak dejando atrás un país destruido.

Su compatriota suní Emar Salim, de 43 años y procedente de la provincia de Salahedín, al norte de Bagdad, está satisfecho por la salida de los soldados estadounidenses, pero reconoció a Efe que Irak no marcha en la dirección correcta.

"Desconocemos hacia dónde se dirigen las cosas, ya que no hay una armonía política, ni un ejército fuerte que proteja las fronteras y las instituciones gubernamentales, destacó Salim.

"Yo creo que lo que se vive ahora es la labor que (el ex presidente de EEUU George) Bush anunció como cumplida: el gran caos", añadió.

Para Salim, ese caos "ha empujado al presidente estadounidense, Barack Obama, a huir con sus tropas de un callejón sin salida, por lo que los iraquíes deben afrontar sus responsabilidades".

El experto en asuntos militares Ali al Obeidi comparte esa visión porque, según él, los uniformados estadounidenses nunca fueron recibidos con flores, sino con resistencia y ataques.

EEUU "no triunfó como decía", destacó Al Obeidi, quien apuntó que es posible que el plan de retirada se deba a que la actual Administración de Washington desea desligarse de la pesada herencia, que dejó Bush.

El analista también opinó que arreglar la situación de seguridad después del repliegue no será sencillo porque la realidad de las fuerzas armadas iraquíes indica que les falta preparación, sobre todo ante agresiones del exterior.

A ese respecto, hay división de opiniones entre los políticos. El parlamentario Bahaa al Arayi, del bloque Sadr, leal al clérigo radical chií Muqtada al Sadr, ha señalado que la "retirada de las tropas de ocupación (estadounidenses) es una exigencia popular y un deber religioso".

A su juicio, EEUU desea que Bagdad tenga unas fuerzas de seguridad "débiles y frágiles incapaces de controlar la situación para que el Gobierno pida la permanencia de todas o la mitad de las fuerzas de ocupación en Irak y, de esta forma, no cumplan con el calendario de salida".

Según ese calendario, fijado con el pacto de seguridad firmado entre Washington y Bagdad en diciembre del 2008, los últimos militares estadounidenses en Irak deberán salir del país antes de finales del 2011.

Muqtada al Sadr ha sido uno de lo más acérrimos detractores de la presencia estadounidense en Irak desde la invasión de marzo del 2003.

Para el primer ministro iraquí en funciones, Nuri al Maliki, las Fuerzas Armadas están preparadas para mantener la seguridad y proteger la soberanía.

Asimismo, ha pedido a los oficiales del Ejército trabajar para cumplir actualmente con todas las misiones de seguridad y no esperar que se forme un nuevo Gobierno.

El periodista Hamid Abdalá, del diario "Al Machreq" ("El este"), dudó de que los cerca de 150.000 miembros de los cuerpos de seguridad sean capaces de hacer frente a los terroristas.

"¿Acaso el terrorismo comenzó a debilitarse en Irak para que los estadounidenses se retiren?", preguntó Abdalá, quien opinó que su país no posee armas ni equipamiento suficientes que lo conviertan en un Estado capaz de defenderse.

En ese contexto, el periodista advirtió de que, tras la salida estadounidense y teniendo en cuenta la situación actual, "Irak puede convertirse en una segunda Somalia y desintegrarse según sus grupos sectarios o étnicos, o llegar a ser un país prospero, fuerte y desarrollado".

Según Abdalá, "esa última probabilidad es la más débil porque la misión que comenzó Bush, no tenía ese objetivo".

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