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Irisarri homenajea en "La Artillera" a las heroínas que ayudaron a vencer a Napoleón

EFE

La escritora aragonesa Ángeles de Irisarri ha querido en su última novela histórica, "La Artillera", rendir homenaje a las "heroínas anónimas" que, en la Guerra de la Independencia, contribuyeron con sus hazañas a vencer a las tropas napoleónicas.

Según cuenta Irisarri en una entrevista con Efe, en el libro esas mujeres están representadas por diez féminas, siete reales y tres imaginarias, cuyo día a día entre el 24 de mayo de 1808, fecha en la que los ciudadanos declaran la guerra al emperador de los franceses, y el 21 de febrero de 1809, día de la capitulación, es contado en la novela.

Precisamente esa narración del "día a día" es la principal novedad que, según su autora, aporta "La Artillera" a los muchos libros históricos que se han publicado últimamente coincidiendo con la conmemoración del bicentenario de la Guerra de la Independencia, en los que se narran "las grandes gestas" pero no el devenir cotidiano durante el asedio de las tropas francesas.

Sobre esa "gesta épica y legendaria" se escribió mucho, así como sobre Agustina de Aragón, apodada "la artillera", pero no sobre las "muchas heroínas anónimas que hubo" en la Guerra de la Independencia, en la que -subraya Irisarri- "todas las manos eran necesarias".

Esa batalla marcó "la incorporación" de la mujer a las guerras, a pesar de la resistencia de los cronistas a su reconocimiento, aunque admitió que la mujer "ha estado muy limitada hasta hace poco por la propia condición femenina", y puso como ejemplo que la menstruación obligaba a las mujeres no hace tanto a permanecer "quietas" en casa una semana.

Para Irisarri, "La Artillera" "no es un libro de guerra, de la historia militar", sino el día a día que transcurre entre Los Sitios de Zaragoza, los dos asedios sufridos por esta ciudad que enfrentaron a los ejércitos imperiales de ocupación de Napoleón Bonaparte y las fuerzas españolas leales a la dinastía borbónica.

Según la escritora, el asedio a Zaragoza fue "sangriento y extremadamente cruel", por lo que finalmente la ciudad, diezmada por la guerra y las epidemias de la peste, frente a la cual el único remedio era tomar "agua con unas gotas de vinagre", capituló el 21 de febrero de 1809, "pero no se rindió; fue una capitulación muy honrosa".

Ángeles de Irisarri, zaragozana de nacimiento, reconoce que ha jugado "con ventaja" a la hora de ambientar la novela en su ciudad natal, si bien añade que Zaragoza, "que era preciosa y estaba considerada la Florencia de España, quedó totalmente destruida" tras los duros bombardeos sufridos.

Frente al "ensalzamiento" que se produjo de los resultados de la Guerra de la Independencia, "la moda" actual se está encargando -según la autora- de "echar tierra" sobre la misma, ya que -dice- "hay progres que proclaman que hubiera sido mejor rendirse y que nos hubieran colonizado los franceses".

La escritora, que ha sucumbido totalmente ante la novela histórica y admite que ya está "totalmente encasillada", considera que actualmente existe un "boom" de novela histórica "que a veces es más bien un bluff", ante -añade- la cantidad de autores sin formación que se dedican a este género para, en ocasiones, "destrozar la historia y a los personajes".

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