Este artículo se publicó hace 15 años.
El jefe del espionaje británico defiende las conexiones del MI5
El servicio de seguridad británico MI5, cuestionado por su supuesta complicidad con los abusos sufridos por sospechosos en el extranjero, ha defendido sus relaciones exteriores de inteligencia, alegando que habían impedido "muchos ataques" en los años posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En las primeras declaraciones sobre estas acusaciones de complicidad, el director del organismo, Jonathan Evans, dijo que Reino Unido tuvo que obtener ayuda en el extranjero en ese momento puesto que su conocimiento de Al Qaeda no era el adecuado y la red islamista podría haber atacado de nuevo "de forma inminente".
El MI5 habría fallado en sus obligaciones si no hubiera trabajado con sus conexiones en el exterior para proteger Reino Unido, dijo en un discurso en Bristol, en el oeste de Inglaterra, el jueves por la noche.
"Tal información de inteligencia era de suma importancia para la seguridad del Reino Unido. Salvó vidas británicas. Como resultado de la efectiva cooperación en inteligencia internacional desde el 11 de septiembre, se frenaron muchos atentados", dijo Evans.
El MI5 sacó una nota con sus declaraciones.
Grupos de derechos humanos han expresado su preocupación sobre los vínculos de la inteligencia británica con países en los que los detenidos estaban en riesgo de tortura y otros abusos y aparentemente retenidos en un sistema secreto estadounidense de detención y entregas.
En uno de los casos, Reino Unido va a investigar si los miembros de sus servicios secretos fueron cómplices en la tortura de Binyam Mohamed, un residente británico liberado de la cárcel de Guantánamo este año tras casi siete años detenido en varios países, entre ellos Pakistán.
Evans dijo que el trabajo con organismos extranjeros cuyos patrones para el manejo de sospechosos eran muy diferentes de los británicos había supuesto "un verdadero dilema" para los agentes del MI5 que trabajan en circunstancias difíciles y en ocasiones peligrosas.
"No solicitamos ni cooperamos con la tortura. No practicamos la tortura, pero trabajamos en un ambiente difícil y complejo", dijo.
Reino Unido ha sido objetivo de extremistas islámicos tras unirse a Estados Unidos en la invasión de Afganistán e Irak después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Cuatro musulmanes británicos protagonizaron atentados suicidas en el sistema de transporte londinense en julio de 2005, matando a 52 personas.
Evans dijo que no defendía los abusos que habían salido a la luz en el "sistema estadounidense" desde el 11 de septiembre, una referencia aparente a los supuestos abusos de los sospechosos de Al Qaeda en Guantánamo y otras instalaciones bajo control de Estados Unidos.
"Pero es importante reconocer que no controlamos lo que hacen otros países, esas decisiones operativas tienen que tomarse con el conocimiento disponible, aunque sea incompleto, y que cuando se comprobó el patrón de la política estadounidense, se lograron mejorar necesarias", añadió
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