Este artículo se publicó hace 15 años.
El jefe de Hizbulá pide un Estado libanés fuerte sin "cascos azules"
El jefe del grupo chií libanés Hizbulá, jeque Hasan Nasralá, abogó hoy por la construcción de un Estado fuerte que no necesite la presencia de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL).
"Queremos un Estado que pueda proteger a su pueblo y su tierra sin que necesite la ayuda de la FINUL, con todo el respeto porque es nuestra invitada, pero que ni avanza ni retrocede", dijo Nasralá en un discurso pronunciado por videoconferencia durante la graduación de alumnos partidarios de su grupo.
Ante las elecciones legislativas programadas para el 7 de junio, el jeque instó a sus seguidores a "asumir la responsabilidad a través la construcción de un Estado fuerte y justo".
"Queremos hacer del Líbano un país en el que todos sus ciudadanos sean iguales en sus derechos y deberes, que su pueblo y su Estado sean uno", añadió
Destacó que en el Líbano, un país formado por dieciocho comunidades religiosas, la "diversidad cultural y religiosa existente es una bendición y puede transformarse en un elemento de fuerza para el país".
"Debemos trabajar todos juntos para resolver nuestras diferencias", agregó, insistiendo en que "Hizbulá rechaza la división del Líbano, nunca la aceptó y nunca la aceptará".
Criticó el sistema judicial por haber mantenido a cuatro generales detenidos durante casi cuatro años por su presunta participación en el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, y sólo mantener en prisión durante unos meses a los colaboradores de Israel.
En su discurso, Nasralá preconizó la "abolición" del llamado sistema confesional, la creación de un "Estado independiente que recupere la tierra por su fuerza y no por las súplicas a (el primer ministro israelí Benjamin) a Netanyahu".
Calificó los sucesos del 7 de mayo del 2008 de día "glorioso" de la resistencia porque impidió un plan del precedente gobierno destinado a provocar una guerra suní-chií.
Tras cruentos combates comenzados ese día y que causaron centenares de víctimas entre muertos y heridos, Hizbulá y sus aliados tomaron el control de Beirut y de otras regiones libanesas, pero después las cedieron al Ejército.
"Lo sucedido el 7 de mayo -afirmó Nasralá- salvaguardó las instituciones libanesas y obligó a todas las partes a regresar a la mesa del diálogo, que condujo a la elección de un presidente y a la formación de un gobierno de unidad nacional".
El líder de Hizbulá acusó a algunas partes interesadas de fuera del Líbano, a las que no identificó, de querer crear a través de los sucesos del 7 de mayo una lucha entre el ejército y la resistencia contra Israel.
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