Este artículo se publicó hace 16 años.
Un joven apuñala a su padre, mata a su madre y se suicida
El parricida tenía una licencia de armas a pesar de padecer esquizofrenia
Felipe, camarero de la cafetería Nemesio, era la persona más buscada ayer cerca de la calle de Luxemburgo, en Fuenlabrada (Madrid). Él fue el primero en ver a J.L., de 54 años, "tambaleándose con una herida en un costado que le hacía perder mucha sangre".
J. L. acudió al bar a las ocho de la mañana en busca de auxilio para él, que acababa de ser acuchillado por su hijo, F.L., de 24 años, y para lo que intuía que estaba ocurriendo en su casa. El joven estaba fuera de sí, y su mujer, de 52, indefensa sobre una silla de ruedas, podía ser su próxima víctima.
El padre tenía motivos para presentir que la violencia no había acabado con la cuchillada que había recibido. Su hijo poseía una licencia de armas de aire comprimido y en la casa había armas de fuego. Minutos después se consumó el desenlace con dos disparos de un rifle de tiro deportivo.
La policía encontró el trágico final de la discusión sin poder hacer nada. Poco tiempo antes escucharon los gritos pero nadie abría la puerta.
Gracias a las llaves de unos vecinos los agentes pudieron acceder a la casa. Allí hallaron los cadáveres de la madre y el hijo. Los que conocían poco a F.L. apenas apreciaban algo fuera de lo común en su personalidad. "No estaba trabajando ahora mismo y tampoco estudiaba", apunta algunos vecinos y ex compañeros de colegio y algunos vecinos.
Las investigaciones policiales han confirmado que el parricida padecía esquizofrenia y que se trataba la enfermedad desde hacía tiempo. Fuentes de la investigación añaden que el chaval era aficionado a las armas y disponía de una licencia para pistolas de aire comprimido. Queda pendiente determinar si la tenía vigente, puesto que la normativa exige un test psicotécnico. En cualquier caso, el arma mortal utilizada por el joven fue un rifle del calibre 22.
A la espera de la hija
Los familiares y amigos de J.L. esperaban en la sala de urgencias del Hospital de Fuenlabrada la llegada de la hija de la familia rota.
J.L. fuera de peligro permanecía ingresado mientras su hija viajaba desde el norte de España, donde reside. "Ha bajado al bar y ahí han llamado a la ambulancia", informaba a la familia escuetamente, con cara de incredulidad, un amigo del apuñalado.
J. L. es transportista jubilado. Dejó de trabajar hace dos años para cuidar de su mujer, en silla de ruedas desde que le empezaron a fallar los huesos por una enfermedad en 2005. Su imagen paseando a su esposa por un parque fue el recurso más usado por los vecinos para identificar a los protagonistas de la tragedia.
Los esquizofrénicos no son más violentoLa unión entre la violencia y los pacientes de esquizofrenia es un estigma social contra el que luchan los estudios psiquiátricos basados en la demografía. Los episodios de agresividad excesiva en enfermos de esquizofrenia es menor que entre la población sana. Los mismos estudios coinciden en señalar que un buen tratamiento psiquiátrico posiblita a este tipo de pacientes llevar una vida normal en casa y en el trabajo, según cita el doctor Juan José López Ibor en un artículo en la web esquizofreniaabrelaspuertas.com.
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