Este artículo se publicó hace 16 años.
La juez pone en libertad al joven que mató a su padre en Año Nuevo
La juez de Alcalá de Guadaira (Sevilla) ha autorizado la salida de la cárcel del joven de 27 años que en la madrugada del 1 de enero mató a su padre de varios disparos y cuchilladas, tras una discusión porque la víctima disparó al aire para amedrentar a quienes celebraban el Año Nuevo con cohetes.
El abogado defensor, Manuel Salinero, ha informado a Efe de que su cliente, A.D.P., saldrá hoy mismo de la cárcel Sevilla-II, tras menos de un mes encarcelado y tras depositar la fianza de 12.000 euros que le ha impuesto la juez.
Según el letrado, la libertad condicional ha sido posible con el informe definitivo de la autopsia y tras tomar declaración en el juzgado a un forense de la defensa, datos de los que la juez "infiere razonablemente que concurre la eximente de legítima defensa".
El parricidio ocurrió hacia las 5 de la madrugada del 1 de enero, cuando la víctima, A.D.G., de 57 años, que estaba de baja laboral en su trabajo de maestro por depresión, comenzó a disparar al aire cuando varias personas tiraban cohetes en la calle, en la urbanización Pinares de Oromana de Alcalá de Guadaira.
La víctima recibió dos disparos con la escopeta que él mismo había utilizado y otras tres heridas de arma blanca, dos en el tórax y una en el cuello, con un cuchillo que también esgrimió en primer lugar, según la defensa.
El imputado es un ingeniero químico que tiene un buen puesto de trabajo en una empresa de Tarragona y que se había desplazado al domicilio sevillano de sus padres para pasar las fiestas navideñas.
Su madre, su hermana y su novia declararon como testigos en días pasados y coincidieron en que el acusado actuó "en defensa propia y de su familia" y que siempre "trató de apaciguar la situación" de violencia creada por el luego fallecido.
La víctima sufría una enfermedad mental maníaco-depresiva y estaba en tratamiento, según confirmó el pasado miércoles a la juez instructora un psiquiatra que declaró como testigo.
El acusado alegó legítima defensa en la muerte de su padre, aunque el hecho no tuvo otros testigos presenciales, ya que la madre se había ido a su habitación cuando se produjo la pelea entre padre e hijo y la novia del acusado estaba dormida.
No obstante, ambas certificaron la "situación de violencia enorme que generó el padre", según la defensa del presunto parricida.
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