Este artículo se publicó hace 17 años.
Julia Franck muestra el choque de llegar al oeste para los germano orientales
La escritora berlinesa Julia Franck, ganadora del último premio a la mejor novela alemana del año y que acaba de publicar en español "Zona de tránsito" (Tusquets), muestra en esta obra, basada en su propia historia, el choque que representaba para los alemanes orientales la llegada al oeste.
Franck, nacida en Berlín Oriental en 1970, salió de la extinta República Democrática Alemana (RDA) a los 8 años, junto con su madre y sus cinco hermanas, pero para ella el paso del telón de acero no fue, en un principio, el encuentro con la libertad que ansiaban muchos sino, ante todo, la destrucción del mundo en el que había vivido hasta entonces.
"Mi madre había presentado en 1974 una solicitud para salir del país y nosotras no sabíamos nada. Cuando la aprobaron y supimos que teníamos que dejar el país en cuatro semanas fue una sorpresa. Además, fue el fin del mundo en que vivíamos y el fin de nuestra infancia", dijo Franck en una entrevista con Efe.
La madre de Franck, Anna Katharina Franck, era actriz en la RDA y sus hijas tenían una vida llena de contactos variados. Entre las niñeras que cuidaron a Julia Franck y sus hermanas estuvo, entre otras, la futura estrella del rock alemán Nina Hagen.
Ese mundo, tras el paso al oeste, fue sustituido por el campo de refugiados de Marienfelde, donde la familia pasó casi nueve meses y que posteriormente le sirvió a Franck de modelo para el escenario de "Zona de tránsito".
En Marienfelde, Franck llevó un diario en un cuaderno de cuero que le regaló su madre por Navidad y que todavía conserva sus anotaciones de entonces. Sin embargo, más que registrar lo que ocurría en el campo, se dedicó a inventar historias para escapar de aquel lugar claustrofóbico a través de la fantasía.
"Me resultaba espantosamente difícil escribir sobre lo que vivía y empecé a escribir ficción y a inventarme historias como sistema de fuga de aquel sitio", explicó Franck.
"Era una lugar represivo y lleno de desconfianza. En la novela, su atmósfera del lugar es tal vez lo que más se corresponde con mis recuerdos. También hay algunos detalles vinculados con la realidad. Sin embargo, los personajes y los distintos narradores son fundamentalmente ficción", agregó.
Que la historia la contasen varios narradores era importante para Franck, que quería que en su novela "hubiera una polifonía" que mostrara los "distintos motivos individuales de los personajes" de huir hacia Occidente.
En cuanto a las razones del personaje central, Nelly Senff, llama la atención que éstas son estrictamente privadas y que se niega a alegar motivos políticos ante los servicios secretos occidentales que la interrogan.
"Eso tiene una historia", dijo Franck para luego contar que encontró, mientras se documentaba para la novela, una entrevista que le hizo la revista "Der Spiegel" en los años 70 al escritor Thomas Brasch, que había sido expulsado de la RDA.
"La entrevista quería presentar al refugiado político y al escritor cuya voz ha sido amordazada. Pero Brasch reclamaba el derecho a lo privado y decía que la libertad más grande que él esperaba del oeste era la libertad de no tener que funcionar políticamente", recordó Franck.
"Por eso, en la novela quise reflejar la contradicción de que mientras había organizaciones que esperaban que los refugiados alegaran razones políticas, la mayor ansiedad de éstos era no tenerse que poner a favor o en contra de un sistema", agregó.
La llegada de Nelly Senff y sus dos hijos al oeste no es fácil. La familia tiene problemas de adaptación y los niños sufren discriminación en el colegio por proceder del este, lo que se refleja incluso en su ropa, ya que su madre no tiene dinero para vestirlos a la moda occidental.
Franck recuerda que ellas y sus hermanas también se sintieron marginadas en el colegio al llegar al oeste y explica que quiso reflejar en la novela "lo sensibles que son los niños para percibir signos exteriores de diferencia" que pueden convertirse en base para una discriminación.
La madre de Julia Franck no terminó de adaptarse nunca al oeste. Su hija, en cambio, lo ha conseguido y actualmente es una de las estrellas de la escena literaria alemana.
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