Este artículo se publicó hace 14 años.
Julià de Jòdar opina que "a Occidente se le ha escapado el mundo"
Sentado en el sofá de su estudio, en pleno corazón del Raval barcelonés, reflexiona Julià de Jòdar sobre "La pastoral catalana", su última y premiada novela, en la que radiografía una época compleja y en crisis, que le lleva a sentenciar que "a Occidente se le ha escapado el mundo".
Cambiando completamente de registro con respecto a la alabada trilogía "L'atzar i les ombres", que concluyó en 2006, el escritor badalonés se sumerge aquí en la más rabiosa actualidad para efectuar una crónica de la contemporaneidad en la que, gracias a una especie de juego de espejos, tanto ahonda en la Cataluña de 2010 como en la Norteamérica de Obama, según señala en una entrevista con Efe.
El novelista es consciente de que el tono puede sorprender a sus lectores, pero "en esta obra no podía mitificar como en otras novelas mías de época y he empleado otro estilo, sin olvidar que en la ficción nunca debe desfallecer la parte literaria".
Publicada por Proa, la narración está protagonizada por una pareja catalana -Pau y Erina- superviviente de la generación de mayo del 68 que decide viajar a Miami durante sus vacaciones para rescatar de allí a una vieja amiga, Àurea, que mantiene una extraña relación con Jack, un misterioso agente de la CIA.
Pau, jefe de redacción de un periódico barcelonés, es, según su creador, un personaje "incómodo, del que no descubriremos su secreto de juventud hasta media novela" y también sería el prototipo de alguien "incómodo con la situación que vive, pero que no hace nada para cambiar las cosas".
Para De Jòdar podría ser la plasmación de una crítica "a cierto progresismo", a la vez que puede producir "un punto de compasión" por todo lo que muchas personas defendieron en su juventud, en pleno franquismo, mientras que ahora han quedado totalmente "instaladas" dentro del sistema social.
Es, asimismo, "alguien a quien hay que mirar de manera ambivalente, porque es quien estimula a su mujer a viajar hasta Miami para que ayude a su vieja amiga y es la causa de que Erina acabe, con la mejor de las intenciones, llevando la desgracia a casa de Àurea".
Como en otros títulos del escritor, Pau es, igualmente, alguien que no ha resuelto la relación con su madre. "No es una cuestión autobiográfica -aclara el novelista-, pero el tema de las madres capaces de destrozar las vidas de sus hijos me interesa mucho", apostilla.
Las mujeres protagonistas son dos personas sufridoras y, en parte, compasivas que se significan por amor, "ofreciendo el lado positivo de la novela".
En cambio, Jack "expresa la imposibilidad de Occidente de gobernar el mundo. Es la imagen del torturador que somete al torturado a un proceso para acabar con su identidad psicológica. Guantánamo no es un invento del tebeo", asevera.
Asimismo, refleja que "donde no llega la democracia, llega la espada".
Barcelona y Miami, otras protagonistas de la obra, se presentan como "dos marcas turísticas, que esconden en su fondo una cantidad de desigualdades y miserias enormes".
Ahondando en el caso de la capital catalana, confiesa De Jòdar que recoge "la atmósfera de gente preocupada, porque Barcelona pierde su carácter, convirtiéndose en un lugar en el que todo vale. Una metrópolis que no puede acabar de crear una nueva dimensión cultural y cívica. En este sentido, va como un barco a la deriva", concluye.
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