Este artículo se publicó hace 14 años.
La juventud hongkonesa se rinde a Halloween sin tocar al tabú de la muerte
Calaveras, telarañas espesas, artrópodos prehistóricos, sangre y hordas de brujas y piratas protagonizan estos días la decoración callejera, desde el aeropuerto internacional a distritos de copas, un hecho que choca con el tabú de la muerte en la cultura hongkonesa.
El departamento de Turismo de Hong Kong es el primero en poner la nota festiva a la celebración de "Halloween", una cita que facilita fiestas temáticas durante las dos últimas semanas de octubre.
Sin embargo, la hongkonesa es una cultura en la que las supersticiones ligadas a la muerte provocan vetos de los que no salen indemnes ni los números.
En chino cantonés (el hablado en Hong Kong), el número 4 (sei) suena igual que "morir" (séi); el 14 (sahp sei) suena como "morir con certeza" (saht séi); el 24 (yih sei) se asemeja a "morir fácilmente" (yih séi); y el 7 tampoco es querido porque suele utilizarse en funerales chinos.
De este modo, en buena parte de los edificios, especialmente en aquellos donde apenas hay comunidad internacional, escasean los números 4, 14 y 24, entre otros; y cuando los hay, suelen tener alquileres o precios de venta inferiores a los de otras plantas. El rechazo también llega a los números de teléfono y matrículas de coches.
En lo que se refiere a las viviendas, agencias inmobiliarias y constructoras son extremadamente cuidadosas con la sensibilidad local y china en general (que apuesta por apartamentos de lujo en el territorio), de modo que, por ejemplo, una subasta a comienzos de octubre de un terreno público cercano a un cementerio tuvo que ser anulada después de constatar el desinterés del sector.
Pero vender una casa donde un inquilino ha fallecido, ya sea por enfermedad, asesinato o suicidio, es misión que oscila entre lo difícil, desaconsejable e imposible.
Son las conocidas "casas encantadas", que, en algunos casos, incluso pueden afectar al valor de las viviendas y edificios aledaños, dependiendo del nivel de ensañamiento, o espectacularidad de la muerte en sí.
Los bancos, aunque ningún portavoz lo admitirá publicamente, también entran en el "juego", dificultando, por ejemplo los préstamos a compradores de casas encantadas. Agentes inmobiliarios aseguran no obstante a la prensa local que esas entidades financieras tienen listados actualizados de viviendas encantadas.
El problema de las muertes es que parecen transmitir un "fung shui" negativo a la propiedad, con algunos supersticiosos apoyando la creencia de que aquellos que dejaron esta vida en situaciones desafortunadas volverán al reino de los vivos y posiblemente no en los mejores términos.
Los columbarios (cementerios para urnas cinerarias), a pesar de ser absolutamente necesarios en un territorio identificado como uno los más densamente poblados del planeta, son denostados allá donde las autoridades proponen erigir uno. La reacción popular podría incluso equipararse a la pasión que levanta en ciudades occidentales albergar un cementerio nuclear.
Tanto es así que los columbarios ilegales y los privados florecen en la ciudad al mismo ritmo que la demanda es desatendida por el sector público.
Entretanto, los jóvenes hongkoneses han abarrotado estos días los mercadillos y supermercados de la ciudad en busca de disfraces para acudir a sus citas de "Halloween"; nuevas tiendas han inaugurado sus negocios envueltas en telarañas y calabazas; y, los más pequeños, han aprendido estos días la consigna del "Trick or Treat!" (¡truco o trato!).
Marta Checa
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