Este artículo se publicó hace 16 años.
Ken Follet asegura que bebe champán todos los días
Al escritor Ken Follet le encanta el vino y no lo disimula: "bebo champán todos los días", presume, unos gustos que ha ampliado en sus visitas a España, donde se ha dejado seducir por los caldos riojanos y de la Ribera del Duero.
Follet ha repasado en una entrevista con Efe sus gustos vinícolas, tras presentar en Vitoria "Un mundo sin fin", la secuela de "Los Pilares de la Tierra" que ha arrasado este mes en las librerías.
El escritor galés es aficionado desde joven: "tenía unos veinticinco años cuando empecé a beber buen vino. Antes, estábamos en la universidad y solíamos beber vino, pero era horrible".
"En aquella época los supermercados de Inglaterra empezaron a vender vino francés, había tres tintos y tres blancos, no como ahora que los hay de todas las marcas y colores, y empecé a disfrutar del vino francés". Un gusto que no ha cambiado, puesto que sus botellas favoritas son bordelesas.
También le gustaba el champán, aunque "era muy caro para mí, pero de vez en cuando, en una ocasión especial, compraba una botella de champán y la verdad es que encantaba. Me aficioné al champán con veintitantos, cuando no me lo podía permitir. Luego escribí "El ojo de la aguja", que se convirtió en un best-seller. Desde entonces bebo champán todos los días".
Su champán favorito se llama Salon, "un blanc de blancs, muy puro, como muy acerado (con reflejos metálicos). Puedo beber cantidades ingentes de este champán", admite Follet. De la misma zona, pero para diario, le gusta el Delamotte, y también aprecia el Bollinger, que bebió en Vitoria.
En tintos "soy un fan de Chateux Pichon Lalande, que es uno de los grandes de Burdeos, quizá sea mi favorito. Me gusta también Chateaux Latour, pero el problema con el Latour es que tienes que esperar treinta años antes de que esté dispuesto para beber, porque madura con mucha lentitud, y hasta para mí es caro".
Desde que ha venido a Vitoria -la primera vez en el 2002- "mis amigos de aquí me han presentado vinos españoles y he disfrutado muchísimo. No sé demasiado del vino español, pero disfruto mucho de lo que pruebo".
Por ejemplo, visitó Marqués de Riscal, la bodega más antigua de la Rioja, donde Frank Ghery ha construido un hotel espectacular, que recuerda al Guggenheim bilbaíno. Allí a Follet le regalaron una botella de vino de 1949, "el año en que yo nací; lo bebimos en Londres el día de mi cumpleaños, y sorprendentemente, estaba muy rico".
De los vinos actuales ha apreciado el "Trasnocho" de Remírez de Genuza, que se llama así porque el mosto que se obtiene durante la noche es el más limpio, y un Abel Mendoza.
"También me gusta Ribera del Duero, he bebido unos excelentes vinos de esa región", recuerda el novelista, como un Pago de Carraovejas.
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