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Los lectores se sumergen durante horas en el mar de libros de la FIL mexicana

EFE

Miles de personas se adentran todos los días en los pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para buscar entre las colecciones de 1.900 editoriales sus libros preferidos, una hazaña que requiere paciencia y varias horas.

Cada día, unos cien mil lectores se sumergen en el mar de libros que es la FIL, que este año festeja su 25 aniversario, armados con la idea de las historias que quieren que los acompañen en los próximos meses y apenas de unos vagos datos de a dónde dirigirse para encontrarlas.

Algunos se dejan llevar por las olas de este océano de letras hasta hallar en alguna vitrina o estante ese tesoro escondido que llama la atención por su título, su relato y, casi siempre, por el precio que marca la caja registradora.

Jaén Sánchez, una estudiante mexicana de 19 años entró al recinto ferial con la firme intención de llevarse a casa algunas novedades literarias que alcanzara a adquirir con los 300 pesos (unos 22 dólares) que ahorró en las últimas semanas.

Con pocas esperanzas intentó por segunda ocasión comprar "Orgullo y prejuicio", la famosa novela de Jane Austen que el año pasado no pudo conseguir.

"La FIL es mi única oportunidad de comprar libros, así que me gusta venir y ver lo que traen los editoriales", dijo a Efe la joven, quien se declaró una aficionada a las biografías y las historias de ficción.

Acompañada de sus abuelos, que desertaron a mitad del camino y buscaron un lugar donde reposar, Jaén visitó al azar al menos 20 pabellones de los cientos que pueblan los pasillos de la FIL.

Paciente y despreocupada hojeó durante unas tres horas decenas de libros. Preguntaba aquí y allá. Veía precios, se decepcionaba, y emigraba a otro pabellón.

La larga caminata tuvo su recompensa: una biografía de la reina francesa Maria Antonieta y "Crimen y Castigo", una ganga que adquirió por apenas 45 pesos (unos tres dólares). La lectura de "Orgullo y Prejuicio" tendrá que esperar porque este año las editoriales no se preocuparon de surtirlo como parte de sus colecciones.

En sus nueve días de actividad, los pasillos de la FIL se transforman en ríos de personas. Cualquier espacio libre es un buen lugar para darle al cuerpo un poco de descanso, comida o bebida y para revisar las compras.

Muchos asistentes vienen hasta Guadalajara desde otros estados de México, atraídos por los millones de títulos que cada año pueden encontrar.

José Fernando Salazar Valdéz, profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León (norte de México), acude cada año a la FIL para surtirse de libros para la biblioteca universitaria, y este año vino a buscar libros de "temas de matemáticas".

La jornada entre los pabellones duró entre ocho y diez horas durante tres días. Tarea aún más difícil porque los catálogos electrónicos que la feria pone a disposición de los asistentes los desorientaron más que ayudarlos, asegura su hijo también académico, Fernando Salazar Guajardo.

"Fue un problema porque los catálogos por computadora no están actualizados, aparecen libros en existencia que en las editoriales ya no los tienen o son del año pasado", afirma el profesor de literatura.

Los más diestros llegan a la feria con los datos necesarios para hacer una visita lo más corta posible.

Edgar López, estudiante de 26 años, sabía qué editorial tenía el libro de su interés: "Resonancia mórfica". Buscó la ubicación de la editorial en el plano que regalan en la entrada y fue directo a comprarlo. Después no está mal "husmear" entre los pabellones.

Una hora después, bolsa en mano López iba de regreso a casa con la idea de volver, esta vez, con más dinero.

Mariana González.

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