Este artículo se publicó hace 14 años.
El legado de Juana Mordó se expone en Valladolid como testimonio de apertura
Una selección del legado artístico que a lo largo de su vida reunió la coleccionista y galerista griega Juana Mordó (1899-1954), de origen sefardí, se expone desde hoy en Valladolid como homenaje al empeño de una mujer que en la España de Franco "abrió espacios al arte no afecto" al régimen.
Cuando por razones políticas y sociales la gran mayoría de los intelectuales y de los artistas plásticos se veían abocados al realismo dentro de sus creaciones, "ella abrió espacios al arte no afecto: al abstracto y al informalismo", principalmente como directora de la Galería Biosca en Madrid, entre 1958 y 1963.
Así lo ha testimoniado esta mañana Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, durante la apertura en Valladolid de la exposición "Una historia del arte contemporáneo español. La Colección legado de Juana Mordó", con fondos cedidos por esa entidad cultural y que podrá visitarse hasta el 14 de marzo.
Tal vez por el hecho de ser mujer y extranjera, según Barja, a Juana Nar Gialón -como se llamaba en realidad Juana Mordó- el régimen franquista "le toleró un mayor margen de libertad en sus actuaciones" a una galerista que, "caso extraño también en la época, fue la única que pagaba un sueldo a sus artistas".
La exposición, promovida por la Fundación de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, constituye un tratado de las vanguardias españolas de la segunda mitad del siglo XX mediante más de un centenar de pinturas, esculturas, dibujos, grabados e incluso una fotografía de Nicolás Müller, fechadas entre 1950 y 1983.
Desde un dibujo de Benjamín Palencia, datado en 1947, hasta un acrílico de José Freixanes, anotado en 1983, el muestrario recorre buena parte de las vanguardias y sus principales representantes con cuadros de pequeño formato, generalmente fruto de regalos a Mordó por parte de los artistas y que, si bien no son obras centrales, sí son representativas de autores, estilos, técnicas y temáticas.
La Escuela de Vallecas, el grupo de El Paso y el de Cuenca son algunos de los movimientos representados dentro de un repertorio que atesora un gran valor documental y que rezuma una gran carga sentimental a través de las dedicatorias que pueden leerse, también en libros y en las postales que complementan los fondos exhibidos.
De buena amiga, colaboradora y también de "propagandista", como escribe Gonzalo Torrente Ballester en la dedicatoria manuscrita de "El joven Tobías", calificaron esos creadores a Juana Mordó, judía de origen sefardí nacida en Salónica (Griega) que recaló en España en su huida de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En la España franquista trabó amistad con un grupo de intelectuales afines al dictador, principalmente con el médico y escritor Pedro Laín Entralgo, y también con el poeta Luis Felipe Vivanco, el novelista Camilo José Cela y el ensayista Dionisio Ridruejo, quienes la introdujeron en las tertulias del momento.
Con ese aval y con el paso del tiempo en las galerías Biosca y en la que ella misma fundó en 1964, promocionó a varias generaciones de grupos y artistas como Manuel Millares, Antonio Saura, Rafael Canogar, Eduardo Arroyo, Lucio Muñoz y Martín Chirino, representados en la exposición.
La nómina de escultores participantes incluye entre otros a Pablo Serrano, Eusebio Sempere, Teresa Eguíbar y Gerardo Rueda, quienes comparten un mismo espacio expositivo junto a pintores, grabadistas y dibujantes como José Caballero, Daniel Vázquez Díaz, José Vela Zanetti, Agustín Redondela, Eduardo Vicente, Gregorio Prieto, Antonio López Torres, Menchu Gal, Luis Saez y Álvaro Delgado.
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