Este artículo se publicó hace 17 años.
Levantan una iglesia sin permiso de obras
El Ayuntamiento de Torrefarrera, en Lleida, acepta las irregularidades de la iglesia porque el pueblo la quiere
No son setas, son iglesias. En Malpartit, pedanía de Torrefarrera (Lleida) se ha construido una iglesia en medio del pueblo sin que ningún técnico del ayuntamiento haya aprobado un proyecto ni nadie haya pedido un permiso de obras. Tampoco han aparecido arquitectos ni arquitectos técnicos que se responsabilicen de tal proyecto fantasma ni de haber hecho un seguimiento de la obra. Todos ellos son requisitos indispensables para la realización de cualquier obra.
La iglesia, ermita según el obispado de Lleida, ocupa más de cien metros cuadrados y está construida, en parte, en terrenos que según el plan de actuación del consistorio deberían dedicarse a equipamientos. La realidad es que los terrenos fueron cedidos por unas vecinas al obispado de Lleida para la construcción de la iglesia, que a su vez, tampoco cedió los terrenos al ayuntamiento como indica la normativa. Cuando el Ayuntamiento de Torrefarrera recibió el informe de sus propios técnicos por tal cúmulo de irregularidades, se hizo el sordo. Ha pasado año y medio desde entonces y no se ha iniciado ningún expediente disciplinario ni se han parado las obras. Según Alejandro Mir, alcalde de Torrefarrera: "no hemos tenido valor".
Ilegalidad urbanística
Para Mir "la obra es una ilegalidad urbanística" que asume, y achaca el problema a la dejadez del secretario del ayuntamiento, por no haber iniciado el expediente disciplinario y pedir la documentación correspondiente: proyecto de la obra firmado por un arquitecto y arquitecto técnico, licencia municipal de obras y dirección de las mismas. Mir asegura que "ningún particular ni ningún promotor tiene el valor de empezar una obra sin presentar la documentación necesaria, aunque asumo todas las responsabilidades. La iglesia no se va a ir al suelo".
El parroco de Alpicat e impulsor de la obra, Jesús de León, justifica el procedimiento fraudulento con argumentos económicos: "si hubiera tenido que pagar todos los permisos que me pedían en el ayuntamiento no hubiera tenido dinero para afrontar las obras, no habría iglesia. Ahora ya está arriba y queda poco para acabar. Que la tiren al suelo si quieren".
Un párroco peculiar
Monseñor de León, un hombre "peculiar" según los vecinos y el propio obispado de Lleida, es consciente de que no ha seguido el proceso correcto porque admite que "una cosa es un particular y otra, una cosa para el bien común".
El obispado se desentiende del asunto argumentando que es monseñor De León quien está al frente de las obras y quien no ha pasado los trámites necesarios, con el beneplácito del ayuntamiento. El obispado olvida que De León es el rector de la parroquia de Alpicat (a la que pertenece Malpartit), incluida en su demarcación eclesiástica.
Una vieja aspiración
Desde que se tuvo que demoler por seguridad la antigua iglesia de Malpartit, los vecinos han reclamado la construcción de un espacio donde celebrar la eucaristía, que se ha llegado a celebrar en garajes por falta de iglesia. Es un proyecto que el pueblo quiere y reclama, y presuntamente por eso el ayuntamiento ha dado todas las facilidades y no ha habido quejas por la discriminación para con el resto de vecinos.
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