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Los líderes europeos evitan la crítica abierta a la canciller

Sólo Zapatero, Trichet y Reding discrepan de Alemania en puntos concretos

D. B.

Discretas, con mucho tacto y sobre asuntos muy concretos. Así son las críticas al rumbo económico que la canciller Angela Merkel ha impuesto en Europa durante desde que comenzara el año. Alemania es, para muchos, la China europea. Su peso específico (reflejado en su cuota de poder en Bruselas), sus exportaciones y su débil consumo interno la convierten en un aliado inevitable al que se ha unido Francia, pese a haber discrepado mucho de su estrategia de austeridad y sanciones contra el déficit. Sin embargo, su propuesta de incluir a los bancos y a los inversores privados en futuros rescates de países no ha irritado solo a los mercados.

Por ejemplo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero reafirmó en la cumbre del G-20 de Seúl su oposición al plan francoalemán, y no porque esté en desacuerdo con el principio de que el sector privado también pague los rescates sino porque en la actual situación de los mercados esa posibilidad se ha traducido en una fuerte subida de los intereses de la deuda. 'No estamos de acuerdo y no será fácil que prospere', aseguró el viernes. Zapatero confirma así su primer gran desencuentro con Alemania, evidenciado tras la última cumbre europea de jefes de Gobierno.

El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, también rechazó la medida, asegurando que extremaría las cautelas de los inversores de los que, hoy por hoy, depende inevitablemente la refinanciación de la deuda pública. Además, Trichet aseguró que esas potenciales quitas de la deuda (la parte de lo invertido que un Estado no devolvería a los inversores privados) no son contempladas ni por el Fondo Monetario Internacional 'en sus escenarios de trabajo' actuales, pese a su experiencia en la asistencia financiera.

'Es cierto que las conclusiones de la cumbre europea han podido tener un impacto en los mercados', reconoce el eurodiputado liberal Wolf Klinz, que pertenece al partido que gobierna en Alemania con Merkel. Klinz recuerda que 'a la opinión pública alemana se le pidió dejar el marco por una moneda común, pero se le repitió que no habría rescates', en referencia a una cláusula del Tratado de Lisboa convertida en papel mojado por el riesgo de un colapso en Grecia. Para él, Merkel simplemente se está dejando llevar por la opinión pública y política alemana. 'Mi partido, en coalición con el de Merkel, es también muy estricto asegura por lo que de vez en cuando les tengo que recordar que fuera de Berlín las cosas se ven de manera diferente'.

Para el CEPS, un instituto de estudios europeos, Alemania promueve 'un mecanismo de autodestrucción de la zona euro', según un análisis del profesor Paul de Grauwe. Quizás la más clara de todas las voces críticas con Merkel ha sido la de la vicepresidenta de la Comisión Europea Viviane Reding, que acusó a Alemania y a Francia de 'abrir la caja de Pandora' con la reforma del Tratado de Lisboa, en vigor desde diciembre, para incluir el nuevo diseño de quiebras. Reding consideró 'irresponsable' la actitud de ambos países.

Más matizadamente, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, dijo que otra de las propuestas de Alemania, la de suspender el derecho de voto a los países con alto déficit, 'no es viable', descartando 'cualquier cambio en los tratados en ese ámbito'.

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