Este artículo se publicó hace 16 años.
Los líderes mundiales buscarán una solución a la crisis de los alimentos
Líderes de todo el mundo analizarán desde hoy en Roma el actual alza del precio de los alimentos y sus efectos sobre las poblaciones más vulnerables, así como la repercusiones del cambio climático en la seguridad alimentaria.
La Cumbre sobre Seguridad Alimentaria ha sido organizada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para intentar dar una primera respuesta coordinada al problema, que amenaza con hacer crecer el hambre en el mundo.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, deseó recientemente que los líderes mundiales puedan acordar las medidas urgentes necesarias para impulsar la producción agrícola y al mismo tiempo proteger a los pobres de los efectos de los altos precios de la comida.
Los participantes tratarán de temas clave que influirán en la seguridad alimentaria en los próximos años, como el precio de las materias primas agrícolas, el cambio climático, las escasez de agua y tierras, el aumento de las necesidades energéticas y el crecimiento de la población.
Unos cincuenta jefes de Estado y de Gobierno participarán en la cumbre, entre ellos el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que llegará hoy a Roma, donde ya están el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y los presidentes de Argentina, Cristina Fernández, y el egipcio, Hosni Mubarai.
Rodríguez Zapatero instará a la comunidad internacional a incrementar coordinadamente la ayuda a los países más afectados por la crisis de alimentos, avanzó la secretaria de Estado Cooperación, Leire Pajín.
Los precios de los alimentos se encuentran en una espiral ascendente y aunque no se van a mantener los actuales niveles récord, se espera que en 2008-2017 estén entre un 20 y un 80% por encima de los registrados en los diez años precedentes.
Así lo indica el informe anual de Perspectivas Agrícolas publicado por la OCDE y la FAO la semana pasada, donde se señala que el actual nivel de precios de los productos agrícolas hace previsible un aumento del número de personas que padecen hambre en el mundo.
Unos 800 millones de personas sufren hambre crónica, sobre las que el encarecimiento de la comida puede tener efectos devastadores y a las que se han unido otros muchos millones que ahora no pueden comprar la comida necesaria, lo que está creando protestas.
En Latinoamérica y el Caribe, el encarecimiento de los alimentos aumentará la pobreza e indigencia en más de 10 millones de personas estimó el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe SELA.
Diuof, en una entrevista que publica hoy el diario "Financial Times", consideró que los países ricos deben aumentar diez veces la ayuda a la agricultura, hasta 30.000 millones de dólares anuales para resolver la crisis global de los alimentos.
Además, las reservas mundiales de cereales se encuentran a mínimos históricos, unos 420 millones de toneladas, el nivel más bajo desde 1983, y aunque este año la producción crecerá un 3,8% no será suficiente para recuperar la normalidad.
El desarrollo de la demanda de los biocarburantes también puede contribuir a complicar el panorama y a ellos se puede atribuir un tercio de la subida de los precios de los productos agrícolas que se espera para el periodo de 2008-2017, según la FAO y la OCDE.
Muchos países se enfrentan además, al doble desafío del encarecimiento del petróleo y los alimentos, y la FAO ha identificado 22 naciones especialmente vulnerables por sus niveles de hambre crónica y su condición de importadores netos de petróleo y alimentos, como Eritrea, Níger, Comoras, Haití y Liberia.
Sin embargo, la combinación de todos esos factores puede ser también, según la FAO, una "excelente oportunidad" para lograr mayores inversiones en agricultura por el sector público y privado de manera que se estimule la producción y la productividad.
Entre los participantes en la cumbre, los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Bolivia, Evo Morales; Nicaragua, Daniel Ortega y Francia, Nicolas Sarkozy, así como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el japonés, Yasuo Fakuda.
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