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Londres pierde a diez soldados en nueve días

La sangría en Afganistán alimenta nuevas críticas contra el Gobierno de Brown

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Diez soldados muertos en nueve días es una cifra de bajas en Afganistán que comienza a preocupar al Gobierno británico. El primer ministro, Gordon Brown, voló esta noche de vuelta de la cumbre del G-8 y, sin pasar por Downing Street, se fue directamente al cuartel general de Hertford-shire para reunirse con la cúpula militar. 'Está siendo un verano muy duro', dijo antes de coger el avión. 'Y no ha terminado'.

En las últimas 24 horas, se han comunicado tres bajas más. Dos de ellos cayeron en dos incidentes diferentes ocurridos en la provincia sureña de Helmand, donde continúa una operación masiva contra los talibanes en la que participan tropas norteamericanas y británicas. Helmand se ha convertido en una maldición para el Gobierno de Londres. Supone una sangría lenta pero implacable de pérdida de vidas sin que se atisbe en el horizonte un desenlace favorable para las fuerzas extranjeras.

Brown se ha visto obligado a defender los medios materiales y la dotación de efectivos desplegados en Helmand. Envió 800 soldados más a principios de año para alcanzar un total de 9.000. Y no es suficiente, en opinión de varios políticos y militares retirados.

Los dirigentes conservadores mantienen un discreto silencio sobre el asunto. Otros, como el líder de los liberales demócratas, Nick Clegg, no son tan comprensivos. Clegg denunció el jueves que el Ejército no está recibiendo el 'apoyo político' necesario por parte del Gobierno. La negativa a aceptar las peticiones militares de aumento de tropas, según Clegg, se debió a que Brown está preocupado por las repercusiones internas. No precisó que la causa bélica en Afganistán cuenta con más partidarios entre la élite política que en la opinión pública.

Los británicos no parecen muy entusiasmados con mayores despliegues militares, pero no toleran con facilidad que el Gobierno abandone a su suerte a los uniformados. En ese sentido, resultan muy peligrosas para el primer ministro declaraciones como las del general retirado Lord Guthrie, jefe del Ejército hasta 2001. Guthrie acusó a Brown de haber reducido el gasto militar hasta niveles escandalosamente bajos en su época de ministro de Hacienda.

Los militares han pedido sin éxito 2.000 hombres más. 'Ellos creen que no supondría un incremento desproporcionado', sostiene Guthrie. 'Les permitiría llevar a cabo las operaciones actuales y controlar el territorio conseguido para que no vuelva a ser ocupado por los talibanes'. El actual jefe del Ejército también ha citado esa cifra, aunque no le importa la procedencia de los refuerzos. El problema, como se está apreciando en la última ofensiva en Helmand, es que el Ejército afgano no tiene ni los medios ni la preparación para asumir un papel más relevante en la guerra contra los talibanes.

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