Este artículo se publicó hace 17 años.
Luis A. de Villena plantea el aprendizaje del amor como "desprendimiento"
El dilema entre normalidad y extravagancia, entre amor y belleza o entre el mundo interior y exterior, lleva a Luis Antonio de Villena a preguntarse sobre la posibilidad del amor "desprendido y no interesado", en su nueva novela "El sol de la decadencia".
Mezcla de novela biográfica y relato iniciático, la obra (El Aleph Editores) coincide con la reedición por Quinteto de su anterior novela "Fácil" (1996), en la que este poeta, novelista, ensayista y crítico literario llevó al lector por laberintos sórdidos, pero también como ahora "desde la luz", más que desde el horror.
Construida con varias voces, saltos de tiempos y temas, es su narración más compleja, en la que reconstruye "desde la verosimilitud" a un personaje real, Alfred Taylor, el que fue condenado junto a Oscar Wilde, y a la misma pena, pero cuya pista se perdió.
En la novela cuenta su verdadero origen, que no está en los estudios de la Paramount, donde logró el éxito social, sino en la Inglaterra victoriana que lo humilló.
"Parte del mundo decadente de ese enigmático y refinado caballero inglés, afincado en California, consiste en creer que la belleza importa más que el amor, cuando es la inteligencia, el cariño, la comprensión y el juego mutuo lo que fortalece un amor y lo sostiene", subrayó a Efe el escritor.
De Villena propone entender al Taylor incapaz de amar, a través del conocimiento de su intimidad "que fue dañada por el maltrato" y plantea preguntas sobre el amor de los camaradas, la prostitución y el bien en la marginación.
A la intimidad del personaje van accediendo dos jóvenes homosexuales estadounidenses que viven "un amor puro y desinteresado", encargado uno de ellos por el anciano inglés de narrar sus memorias.
El escritor contrapone "la normalidad" del esfuerzo y trabajo de estos muchachos a "lo excepcional y prohibido" del aristócrata que se protege en un mundo gay secreto, en una especie de maravilloso "palacio subterráneo", donde brilla el sol, pero que permanece oculto al exterior.
"Su incapacidad de amar es fruto de una mala educación -subraya de Villena- porque el amor también se aprende y si no nos educan para amar bien, iremos, como el protagonista en su empeño en defenderse, por el camino equivocado".
Si Taylor nunca aprendió a amar, y se saltó prohibiciones, tampoco hizo daño a nadie, precisa el escritor, que cree que una moral más libre que la católica no lo condenaría, pero deja juzgar al lector.
"Como todos quienes han sufrido la persecución, fue el propio Taylor el dañado", explica. "Proxeneta obsesionado por bellezas masculinas, coleccionó fotografías como su gran tesoro, pero un tesoro vacío".
La narración arranca en los años de la Segunda Guerra Mundial, aunque abarca cronológicamente desde 1880 a 1947. Por sus páginas aparecen famosos como Greta Garbo, Friedrich Murnau, o el propio Oscar Wilde, a los que el protagonista conoce.
Pero los jóvenes no contarán esa parte de la vida de Taylor que en la novela salió a la luz pública, sino las memorias profundas que permanecieron en la intimidad del personaje.
"Comprender esos mundos íntimos sería una de las grandes tareas de la historia", dice el escritor, para quien el interior de cada uno "no puede ser juzgado antes de haber hecho un análisis minucioso para previamente entenderlo".
Y en la sociedad contemporánea sobre todo en clases altas y adineradas "se coloca al placer y la belleza por encima del amor", constata y critica que muchas historias se vendan hoy como historias de amor siéndolo "de dinero y fascinación por la belleza física o el triunfo mundano".
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